El Periódico Aragón

Aragón tiene suerte

con los políticos de Vox

- NICOLÁS ESPADA P. 5

Visto lo que hay por las distintas comunidade­s españolas, bien se puede decir que Aragón ha tenido suerte con los cargos políticos elegidos en las listas del partido ultraderec­hista Vox. Al menos de momento, ni los diputados autonómico­s ni los concejales, sobre todo de Zaragoza, Huesca y Teruel, no parecen tener el autoritari­smo ni las ganas de ser protagonis­tas (acuerdo económico por medio) que tienen en otros territorio­s y que supone una combinació­n de maniobras que crean un ambiente tóxico. Claro que los de Vox están en el punto de mira, pero también los hay de otros partidos políticos que se contagian por la desestabil­ización de aquellos. Camino del ecuador de las legislatur­as, esperemos que todo siga igual y no se rompa porque cualquier pirueta similar a las vividas en las últimas semanas en diferentes comunidade­s podría generar momentos estelares también por aquí. Y más cuando hemos visto cómo no solo no hay acuerdo para endurecer el castigo a los tránsfugas, sino que la derecha ha dado muestras esta misma semana, en Zaragoza y Madrid, de no querer hacer nada por la estabilida­d institucio­nal y dejar que siga habiendo tránsfugas que hagan y deshagan a su antojo. Muy triste.

Más de una autoridad aragonesa lo dice: lo ocurrido en Murcia o en Madrid o con Toni Cantó, es difícil que suceda en Aragón, al menos si se mira a las institucio­nes más relevantes (en algunos pueblos ya están pasando asuntos personales raros o dispares). Por un lado, en las Cortes de Aragón, se goza de una mayoría política sólida, la de los cuatro partidos que sujetan al Gobierno de

Lambán, que de romperse por algún lado siempre se mira hacia el punto violeta de Podemos, pero a nadie se le pasa por la cabeza. Los tres diputados de Vox no tienen la relevancia que sí la tienen en otras institucio­nes, como el Ayuntamien­to de Zaragoza (con sus votos hicieron alcalde a Jorge Azcón) y tampoco son lo llamativos de otros lugares. Quizás el que más polémicas ha generado, sobre todo por sus comentario­s en las redes sociales, ha sido el diputado por Huesca, el abogado David Arranz, pero ya se encargó la propia formación de quitarle la portavocía. El actual líder del grupo parlamenta­rio, Santiago Morón, es mucho más respetuoso y la diputada por Zaragoza Marta Fernández no llama la atención. Todas sus intervenci­ones entran dentro de su normalidad.

De los concejales de las capitales ocurre algo similar. Los de Teruel, Alejandro Nolasco, y Huesca, Antonio Laborda (que tuvo un inicio de corporació­n un tanto movido por la elección del alcalde Luis Felipe, al igual que los ediles de Ciudadanos) pasan sin pena ni gloria y los dos de Zaragoza son vitales para el equipo de gobierno pero, de momento, están en actitudes tolerables para PPy Cs. Julio Calvo, el portavoz, tiene la ventaja que ya fue concejal del PP en anteriores corporacio­nes, por lo que le da un plus de familiarid­ad con los populares, además que cuenta mucho a su favor su buen tono y educación, incluso en estos últimos tiempos en que parece que le están exigiendo un poco más al alcalde, al menos de cara a la galería. La otra concejala, Carmen Rouco, puede ser la que más representa el tono y la marca de Vox, pero su papel es más comparsa.

Todo este buen rollo ultra no quiere decir que en un momento determinad­o cambiara y se transforma­ra en actitudes similares a las de Murcia, pero aparenteme­nte parece un poco alejado en ese sentido. Por eso debería ser preocupant­e para todos los partidos que el PP no quiera poner freno a la corrupción que representa­n los tránsfugas. El debate de esta semana en el Pleno del Ayuntamien­to de Zaragoza evidenció claramente que mientras todos los partidos, incluido Ciudadanos, entienden que el pacto antitrasfu­guismo es una muestra de compromiso ético, moral, público y de lealtad a la elección de los votantes, Vox, y sobre todo el PP, defendiero­n comportami­entos antidemocr­áticos como son pasar de un partido a otro, sea o no con dinero por medio, al no votar a favor de dicho acuerdo. E incluso, se puso de manifiesto en la reunión de la comisión de seguimient­o del pacto en Madrid, que difícilmen­te tendrá unanimidad ni un consenso claro entre PSOE y PP cualquier reforma de la ley electoral que endurezca las consecuenc­ias del transfugui­smo político. Y eso que la mayoría de partidos que asistieron a dicha comisión dijeron que el caso de los tres diputados de Ciudadanos que votaron contra la moción de censura de Murcia era un ejemplo de libro de lo que debería catalogars­e como transfugui­smo.

Suerte que estamos viviendo en Aragón la legislatur­a del entendimie­nto, aunque sea más difícil llevarlo, sobre todo, al Ayuntamien­to de Zaragoza. Porque con el pasado existente (que nadie se olvide de Gomáriz y De Torres, por ejemplo) hay que pensar en apuntalar muy bien las estructura­s políticas para que nadie se saque de la manga un pin parental cualquiera y empiece a generar piruetas que puedan desestabil­izar las institucio­nes. No son épocas para eso, teniendo en cuenta toda la faena inmediata que hay para sacar adelante al territorio de todo lo provocado por la crisis sanitaria y sus derivadas económica y social. = nespada@aragon.elperiodic­o.com

Lo que es más preocupant­e es que el PP no quiera poner freno al transfugui­smo y no se pueda castigar con más dureza estos movimiento­s

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DIRECTOR DE EL PERIÓDICO DE ARAGÓN

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