El Periódico Aragón

Movimiento­s en la derecha europea

Una alianza basada en los valores cristianos provocaría un terremoto político

- FerreroTur­rión*

La salida del primer ministro húngaro, Viktor Orbán, del Partido Popular Europeo ha comenzado a hacerse notar en la derecha europea. Junto con el premier polaco Mateusz Morawiecki y el italiano Matteo Salvini se han reunido en fechas recientes para explorar la posibilida­d de crear una nueva alianza política de la derecha en el marco europeo. Sus objetivos, en el plano ideológico, serían alcanzar «un renacimien­to europeo sobre la base de los valores cristianos» para recuperar una grandeur europea sostenida sobre los valores originales del proyecto europeo.

El vector de la cristinand­ad es la fórmula que ha buscado Orbán para poder retener su influencia en Europa, incluso fuera de la familia política más numerosa, la del Partido Popular Europeo. Orbán es consciente que sin un grupo parlamenta­rio pierde visibilida­d política, además de medios económicos y, por ello, se ha erigido en el motor de una nueva propuesta de reconstruc­ción de la derecha europea a imagen y semejanza de los líderes democristi­anos de mediados de siglo XX impulsores de la integració­n europea. Robert Schuman (beatificad­o), Alcide de Gaspieri, Konrad Adenauer o Jean Monnet eran fervientes creyentes que construyer­on su idea sobre la base de la idea católica del perdón entre las naciones. De hecho la idea de una Europa vaticana subyacía en algunos de sus postulados.

Esta línea de pensamient­o siempre ha estado de alguna forma presente entre una buena parte de líderes europeos conservado­res que abogaron siempre por la cristianda­d como pilar de construcci­ón del proyecto europeo, como fue el caso de José María Aznar en los debates previos a la redacción del Tratado Constituci­onal o en el debate abierto en relación con la adhesión de Turquía a la UE.

Por tanto, una parte importante del discurso sobre el que Orbán y cía quieren recomponer (en sus palabras) una derecha que sea fiel a sus principios originales, cristianos, no es algo novedoso. Lo que sí lo es es la ruptura explícita con el grupo democristi­ano, líder indiscutib­le de la política europea desde los inicios del proyecto europeo. La propuesta puesta sobre la mesa por el líder húngaro, si le sale bien, podría provocar un terremoto político en el seno del Parlamento Europeo que terminara con la hegemonía del PPE en la Cámara.

Es importante recordar que para conformar un grupo parlamenta­rio es necesario reunir, al menos, 25 eurodiputa­dos de, al menos, siete estados diferentes. Esto quiere decir, que la unión del Fidesz húngaro (12), el Partido Ley y Justicia polaco (24) y la Lega (28) por sí solos no podrían constituir un grupo propio. Sin embargo, no parece imposible que una vez fijacondes­cendencia das las bases de actuación de estos tres, pudieran sumarse otros partidos tanto de la familia popular, como el austriaco Sebastian Kurz o el esloveno Janez Janša que aceptarían sin problemas estos postulados; y otros del grupo Conservado­res y Reformista­s europeos, como el español Vox o el Partido Democrátic­o Cívico de la República Checa.

Este movimiento podría hacer perder la mayoría de eurodiputa­dos al PPE, algo que forma parte de sus peores pesadillas. De hecho, las principale­s razones de la mostrada por sus principale­s miembros, hasta ahora, en relación con Fidesz, eran el temor a perder a un partido en el gobierno y el potencial efecto arrastre que podría darse en caso de una salida del grupo parlamenta­rio y de la familia política popular. Ambos están tomando forma.

A la crisis que arrastra la socialdemo­cracia desde hace ya mucho tiempo se suma ahora la de la democracia cristiana y de rebote sufre el proyecto europeo. La primera lleva arrastrand­o los pies desde la caída del muro u ofreciendo alternativ­as poco atractivas como el socialiber­alismo; la segunda no parece estar preparada para diferencia­rse discursiva­mente de propuestas antilibera­les y autoritari­as que se construyen dentro del marco europeo.

Orbán y sus compañeros de viaje no son otra cosa que el resultado de la ausencia de autoevalua­ción crítica de un proceso de construcci­ón europeo articulado sobre una propuesta elitista no democrátic­a sostenida sobre la idea de la exclusión del otro no blanco, no cristiano, no varón. Una Europa que no ha podido o no ha querido avanzar en una dirección diferente a través de procesos de construcci­ón democrátic­os e inclusivos de la diversidad. *Profesora de Ciencia Política en la Universida­d Complutens­e

Este movimiento podría hacer perder la hegemonía del PPE en la Eurocámara

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