Y una base en la Luna en colaboración con China despuntan entre las apuestas
calles de la capital y otras ciudades rusas se han engalanado con multitud de fotografías o imágenes de la época, incluyendo una instantánea que muestra a Gagarin junto a un lujoso coche deportivo Matra Bonnet, regalo del Gobierno de Francia por la hazaña realizada.
El escaso boato de la efemérides es reflejo del estado del programa espacial ruso, que pugna por mantener el estatus de antaño, seis décadas después de ser el pionero en la conquista del espacio, y por renovar su tecnología, apenas modificada desde los tiempos soviéticos, con el objetivo de no perder comba frente a su gran rival, EEUU, y actores emergentes como China. Y todo ello, en un contexto donde captar recursos públicos o privados para financiar nuevos proyectos se hace cada vez más arduo. «El problema es que Roskosmos hace cosas que al Gobierno no le interesan, mientras que los contratos privados se están reduciendo», valora para este diario Vitali Egorov, un reputado especialista y bloguero ruso de temas espaciales.
Hace poco menos de un año, la agencia espacial rusa perdió el monopolio de los vuelos a la EEI tras el exitoso lanzamiento de la cápsula espacial Crew Dragon, diseñada por Space X, empresa del millonama
La celebración tiene
Un nuevo ‘Soyuz’
rio estadounidense Elon Musk, lo que supondrá una merma del 10% de ingresos en las arcas de la agencia rusa o; lo que es lo mismo, 300 millones de dólares. No es ningún secreto que las actuales autoridades de Rusia, enzarzadas en una suerte de nueva guerra fría con Occidente, priorizan programas que de facto constituyen una militarización del espacio. El pasado julio, EEUU y el Reino Unido acusaron a Rusia de ensayar un proyectil que puede ser utilizado contra satélites. «Acciones como esta amenazan el uso pacífico del espacio», denunció entonces el vicealmirante británico Harvey Smith.
Con estos mimbres, el progra