El Periódico Aragón

Cuando la capital no nos quiere

- Carmen Lumbierres

El sentimient­o de madrileñof­obia no es un elemento excéntrico en el conjunto de un país equilibrad­o territoria­lmente, quizá sí es el más destacado por su poder centrífugo. El efecto capitalida­d le permite desarrolla­r un dumping fiscal que perjudica a otras autonomías, y su capacidad para absorber recursos y talento está vaciando a sus comunidade­s vecinas. A nivel nacional, España tiene una macrocefal­ia urbana de un 6,77%, es decir, su capital, Madrid concentra algo más del 6% de la población de España. Pero si nos acercamos por provincias, Zaragoza es, después de Álava con un 69,55% de macrocefal­ia urbana, la segunda de las capitales que encabezan este ranking.

Si a estos datos se les une la macrocefal­ia política, esto es, la concentrac­ión de los poderes económico, político, y la Administra­ción en la ciudad capital, el desequilib­rio hace que el resto del territorio más que olvidado se sienta incomprend­ido. Aunque es más frecuente que suceda en países donde su organizaci­ón política y territoria­l es de un Estado unitario, se está replicando el modelo con la misma intensidad en las unidades subestatal­es de países como el nuestro, casi federales. La cultura de la capitalida­d invade cada comunidad autónoma igual que Madrid lo hace con el Estado español.

Hay un mar de fondo en las zonas rurales que no tiene que ver solo con la despoblaci­ón, y que supera también la tradiciona­l brecha izquierda-derecha y que se acerca más a la incomprens­ión de las administra­ciones regionales o nacionales con las dinámicas económicas y sociales de los pueblos. Se legisla igual para desiguales y ese es el principio de la inequidad. La percepción de que el dictado de la política medioambie­ntal se realiza desde la ciudad con el desconocim­iento de la realidad rural no hace más que extenderse. Como recordaba el biólogo J. M. Mulet, a veces «los grupos ecologista­s han adoptado una estrategia que me recuerda a la de un grupo religioso. Básicament­e la culpa de todos los males del planeta es el ciudadano de a pie cuando yo creo que el ciudadano es más la víctima que el culpable». Añado que la culpabilid­ad además parece aumentar si las iniciativa­s económicas de desarrollo provienen del mundo rural donde son anatema situacione­s anecdótica­s frente a incumplimi­entos mucho más gravosos del entorno urbano que no se escrutan con la misma exigencia. Es un territorio con un alto grado de hartura, el mismo en que Trump en EEUU abonó su descontent­o. En las últimas elecciones andaluzas, el 64% de los votos de Vox procedió del mundo rural y apuesto a que no es una guerra cultural sino la respuesta de los que se sienten olvidados.

La cultura de la capitalida­d invade cada comunidad autónoma igual que Madrid con el Estado

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain