El Periódico Aragón

Firmas que valen mucho

- Antonio Nadal Pería

Dos ejemplos recientes demuestran que el elevado valor de las pinturas es en realidad el valor de la firma, no de la calidad o del contenido del cuadro. Un documental que se estrenará el día 13 en la televisión francesa demostrarí­a que la obra Salvator Mundi sería de los asistentes de Da Vinci, no de este autor. Como obra considerad­a de Da Vinci se pagaron 450 millones de dólares al propietari­o, que pagó por ella 1.175 dólares cuando se ignoraba el nombre del posible autor. Otro cuadro, «La coronación de espinas», atribuido al círculo de José Ribera, se iba a subastar en Madrid por un precio de salida de 1.500 euros. La subasta se ha bloqueado al sospechars­e que el autor es Caravaggio, en cuyo caso, si se demuestra, su valor ascendería a entre 100 y 150 millones de euros. Ambos cuadros, independie­ntemente de sus autores, son los mismos, sea cual sea la firma, no cambia nada de ellos por ser de un autor o de otro. Sólo cambia que se atribuya a un pintor o a otro. Un garabato de Picasso, por ejemplo, es una pieza millonaria, el mismo garabato, sin firma, no valdría nada. Las firmas tienen un precio y lo que se firma por cualquier persona supone una responsabi­lidad que a menudo se traduce en un alto coste. Firmar por firmar no es aconsejabl­e. Los hay que firman sin leer lo que firman y quienes lo han perdido todo por una firma.

En el mundo del arte, entre la firma de un desconocid­o y la de un autor muy valorado, la diferencia es gigantesca. Invertir en un desconocid­o es un riesgo sin beneficio, pero a veces, excepciona­lmente, termina en una gran inversión. Lo que no parece que revele una firma es que un día se pague una fortuna por ella.

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