Las histéricas también votan

Estos días se conmemora el 90 aniversario del reconocimiento del derecho al voto de las mujeres en España. Fue en diciembre de 1931, en la Constitución aprobada tras la proclamación de la Segunda República. Por eso estos días estamos oyendo hablar tanto de la diputada Clara Campoamor, que batalló hasta su muerte, en el exilio, por los derechos de las mujeres. Ahora bien, como de Campoamor vamos a saber mucho y bueno, yo quiero hablar aquí de otra figura mucho más popular en Galicia, el doctor Roberto Novoa Santos, diputado en aquel lejano 1931 por la Federación Republicana Gallega, catedrático de Patología en la Universidad de Madrid y autor de La indigencia espiritual del sexo femenino. Las pruebas anatómicas, fisiológicas y psicológicas de la pobreza mental de la mujer. ¿A que no adivinan de qué va? Novoa Santos goza todavía hoy de gran predicamento como médico en Galicia, pero yo quiero recordarlo hoy enfrentado a Clara Campoamor, clamando en el Congreso por debajo de su frondoso mostacho. Afirmando que a la mujer no la dominan la reflexión y el espíritu crítico, sino la emoción y los sentimientos. Moviendo el dedo y diciendo que el histerismo es consustancial a la psicología femenina. Igual este caballero ponía de los nervios a las mujeres de su entorno con sus ideas, y por eso le parecía que todas tenemos un punto histérico, no lo sé. Lo que sé es que hace cuatro días a la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, la dejaron de pie dos señores machirulos en una cumbre en Turquía y no se puso histérica ni nada. Algo hemos avanzado, ¿no? Digo las mujeres, conteniendo nuestros locos impulsos.

Porque lo que es algunos hombres, no han avanzado nada de nada. *Periodista