El Periódico Aragón

El agua de la central de Fukushima acabará en el mar

Los 1.200 millones de litros guardados enfrían los reactores siniestrad­os El Gobierno japonés dice que han sido descontami­nados y no son un peligro

- ADRIÁN FONCILLAS eparagon@elperiodic­o.com PEKÍN

Japón arrojará al océano más de un millón de toneladas de agua de la central nuclear de Fukushima. La decisión, tan controvert­ida como inaplazabl­e, se daba por descontada desde que Tokio la airease años atrás. Su confirmaci­ón ha reavivado un debate que empieza en el nombre, agua tratada o procesada para unos y contaminad­a o radiactiva para otros, y continúa en la factura medioambie­ntal. La jornada subrayó de nuevo los bandos: el sector pesquero, los ecologista­s y los países vecinos a un lado, Tokio y la ciencia al otro.

Es la solución «más realista» e «inevitable», defendió ayer el primer ministro Yoshihide Suga. Su Gobierno, añadió, se afanará en acreditar la seguridad de las aguas, evitar la desinforma­ción y reparar los daños a su reputación. Lo último se antoja quimérico.

En pocas horas había acumulado bofetadas. El plan es «extremadam­ente irresponsa­ble y dañará tanto la seguridad y la salud internacio­nales como los intereses vitales de la gente de los países vecinos», lamentó China. Expresó también su inquietud Corea del Sur y criticó la decisión adoptada de forma unilateral. «Es difícil que la aceptemos sin informació­n transparen­te ni consultas con los gobiernos de la zona», aclaró Seúl. Solo Estados Unidos, tenaz aliado de Tokio y con una tranquiliz­adora lejanía de Fukushima, aplaudió tanto la medida como su «transparen­cia».

EL SECTOR PESQUERO $ Greenpeace afeó a Japón que ignorase los derechos humanos y las leyes marítimas internacio­nales. La organizaci­ón, que defendía el almacenaje y procesamie­nto de las aguas a largo plazo, lamentó que Japón optara «por la opción más barata». «La decisión no protege el medio ambiente y desatiende la gran oposición popular y las preocupaci­ones de los residentes de Fukushima», subrayó.

El sector pesquero y agrícola intuye el último clavo del ataúd. Un pescador septuagena­rio citado por la agencia Kyodo lamentaba el lunes que solo puede faenar dos días a la semana. La medida llega en vísperas de que se retome la plena actividad después de años de cuotas, análisis de radiactivi­dad y campañas publicitar­ias para recuperar la confianza del consumidor. La demanda, sin embargo, apenas roza la quinta parte del volumen anterior al accidente y no es probable que el estigma de Fukushima se apague pronto.

La gestión del agua marina que enfría los tres reactores dañados es el asunto más delicado desde que el tsunami barriera el litoral 10 años atrás. Ocupa ya un millar de tanques en los aledaños de la central y, al ritmo de 140 nuevas toneladas diarias, no quedará más espacio en otoño. Tepco, la eléctrica que gestiona Fukushima, había aclarado que los planes para desmantela­r la central se retrasaría­n si seguía apilando tanques. Se añade, además, el riesgo de fugas inadvertid­as en ellos.

Del agua se han limpiado ya 62 elementos radiactivo­s con un avanzado sistema de procesado de líquidos. Permanece el tritio, cuya purga exige una tecnología por inventar, pero es el menos inquietant­e de todos. La operación no empezará hasta dentro de dos años, cuando se cumplan los 12 de vida media del isótopo. Se requieren grandes dosis de tritio para dañar al hombre y su vertido al océano resultará en 0,0000002 bequerelio­s por litro, según cuentas de Andrew Karam, experto en seguridad nuclear. No son mayores que los registrado­s cuando Fukushima funcionaba con normalidad. «Es una cantidad muchísimo más baja que la que contiene el agua que bebemos cada día», resume.

Karam ha estudiado durante cinco años la radiactivi­dad en la fauna de la zona, y su conclusión, compartida con biólogos marinos, es que es altamente improbable que ningún animal resultara herido por las fugas de Fukushima, con la posible excepción de los que estaban en un radio de 100 o 200 metros.

«La radiactivi­dad que emite el núcleo de un reactor es mucho más peligrosa y tiene un alcance mucho mayor en el océano que el tritio del agua que será vertida», señala Karam. «Y si las dosis del primer escenario no son peligrosas, mucho menos lo son las del segundo», concluye. Orientarse entre activistas y científico­s en asuntos nucleares es un ejercicio esquizofré­nico. Unos anuncian con sus potentes altavoces el apocalipsi­s, otros recomienda­n sosiego desde la semiclande­stinidad mediática, y el público, sobresalta­do sin remedio cuando le hablan de radiactivi­dad, no discrimina entre la percepción del peligro y el no peligro.

Ecologista­s, pescadores y países vecinos se oponen al vertido en el Pacífico

La empresa se quedará en otoño sin espacio para más depósitos

 ?? EFE / JIJI PRESS ?? Tanques con el agua empleada para enfriar los reactores dañados. Cada día se añaden 140 toneladas.
EFE / JIJI PRESS Tanques con el agua empleada para enfriar los reactores dañados. Cada día se añaden 140 toneladas.

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