El Periódico Aragón

El toque de distinción de Zapater a balón parado

- Sergio Pérez JEFE DE DEPORTES DE EL PERIÓDICO DE ARAGÓN

Con 19 años, Zapater se saltó todas las etapas de la formación clásica de un futbolista. Pasó directamen­te del juvenil al primer equipo en un contexto muy distante del actual. Nada tenía que ver aquel momento con este de ahora. El Zaragoza en el que el centrocamp­ista se hizo con uno de los puestos del once inicial estaba plagado de jugadores del máximo nivel, algunos de talla mundial y la mayoría de calidad notable para la Primera División. Eran otros tiempos. Víctor Muñoz se vio a sí mismo en el ejeano, muy parecidas virtudes, y lo promocionó con valentía y convencimi­ento.

La respuesta de Zapater fue extraordin­aria. En sus primeros años en la élite fue un pulmón en el medio, sumando despliegue e inteligenc­ia. Enseguida concitó el cariño unánime de la masa social y minutos a mucha velocidad. está en el top-10 de partidos jugados en la historia del Real Zaragoza después de un viaje de ida y vuelta por Italia, Portugal y Rusia y tras un largo martirio con las lesiones, que a punto estuvieron de impedirle volver a disfrutar del fútbol. En otra época alejada de la de su debut, en otra coyuntura, su fuerza de voluntad le ha llevado de regreso al once titular del Zaragoza en la recta final de su carrera, un puesto que se ha ganado, no por nombre, sino por simple meritocrac­ia.

Zapater ha sabido readaptar su fútbol a la edad, casi 36 años, y maximizar sus cualidades. Siempre lo tuvo, pero en la actualidad llama la atención su extraordin­aHoy rio toque de balón en el juego a balón parado. Cada falta colgada, lateral o muy lejana, sale tensa y con la rosca justa; su golpeo directo y curvado en las faltas es magnífico; cada córner tocado por su pie derecho siembra el miedo en el contrario. La estrategia, clave en el juego de JIM, está a su cargo. Además de su clásico buen posicionam­iento y del salto a la presión, Zapater está añadiendo llegada a su repertorio.

Desde que es titular ha disfrutado de varias oportunida­des claras. Solo le ha faltado ese medio segundo de frescura juvenil en algún giro para culminarla­s. De su preciso y suave toque de balón, con la zurda, nació el gol de Adrián al Almería. O el empate de

Narváez en Logroño. O el 0-2 de Vallecas, acabando una contra metiendo la pelota en la cueva del lobo con un gran último pase. Todos toques de distinción.

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