Historia del barrio
Quiero recordar mi infancia en el populoso barrio de la Química de Zaragoza. Nacimos en 1960, lo digo en plural pues fuimos trillizos y eso a pesar del baby boom era algo extraordinario.
El barrio tomo el nombre de la desaparecida industria química, aunque también se le conoce por La Almozara o la parte nueva de Puerta de Sancho. Los vecinos y vecinas de mi edad recordaran que las calles no estaban asfaltadas, recuerdo las casas rodeados por campos, la entrada del barrio con el paso a nivel, la pirita (tierra rojiza) donde librábamos batallas y juegos, la Konga refrescante fábrica de gaseosa, la carbonera, las granjas de vacas que nos servían leche en cántaros de latón a la puerta de casa, el sereno que abría las puertas y vigilaba las calles en las lóbregas noches. Ir a por hielo y acabar derretido en los futbolines. Recuerdo la guerra juvenil de la química contra las delicias, que mi colegio era Juan XXIII y luego san Valero y había que cruzar las vías 4 veces al día, añoro los veranos de partidos de fútbol y de juegos de policías y ladrones por las manzanas anexas a nuestra calle, y la peluquería con practicante cuando era para otros.
El autobús del Molinero que nos llevaba a Zaragoza así llamábamos al centro, el puente de la química con sus oxidadas vías del tren, los baños en verano en la piscina más grande de la ciudad, el Ebro, el cuartel de Pontoneros, el parque deportivo Ebro.
Pero por encima de todo, merece un homenaje su gente, personas sencillas, trabajadoras, nobles, donde te sentías parte de una gran familia.
El barrio a partir de la Expo 2008 experimentó un cambio brutal, más moderno, más urbano, mejor comunicado con el puente del tercer milenio que suturó la cicatriz entre La Almozara y Delicias, conectando ambos con el Actur y la margen izquierda que dividía el Ebro.
Un barrio muy especial, reivindicativo, luchador, acogedor. Mi barrio de una infancia feliz que siempre quedará en un recodo de la memoria.