Los guardias civiles levantaron los cadáveres sin presencia judicial
Cuatro especialistas del Instituto de Medicina Legal niegan la neurosis bélica Los forenses dicen que los fallecidos fueron sorprendidos y que murieron rápidamente
Los forenses dicen que Feher es un psicópata muy peligroso
No tiene miedo a nada ni a nadie, hablador cuando quiere, hipervigilador, mentiroso, manipulador, bromista, seductor, le gusta la emoción a la vez que es duro emocionalmente y no muestra empatía ante el dolor de los demás. Esa es la forma de ser y de comportarse de Norbert Feher, conocido como Igor el Ruso, para las psicólogas del Instituto de Medicina Legal de Aragón (IMLA) que aseguraron que el autor confeso del triple crimen de Andorra, ocurrido en el 2017, es un psicópata primario cuyo perfil es «el más peligroso».
La doctoras Cristina Andreu y Victoria Mínguez señalaron ante el jurado popular constituido en la Audiencia Provincial de Teruel que presenta un trastorno narcisista y otro social. «Tan malo es tener una imagen mala de uno mismo como la de ser el mejor y Feher nos dijo que era perfecto», añadió Andreu. «Tiene una imagen de sí mismo de poder, de independiente, de racional y carece de empatía», añadió al tiempo que recordó: «Le puse en cuestión que fuese tan bueno y contestó con ira porque le atacaba a su imagen y su autoestima».
Con respecto al trastorno antisocial de la personalidad, las especialistas recalcaron que es desde su infancia, momento en el que inició su actividad delincuencial. Esta afirmación llevó a la Fiscalía y a los abogados, Enrique Trebolle, Jorge Piedrafita y Mariano Tafalla, a preguntar sobre la neurosis bélica que alega la defensa ejercida por el letrado Juan Manuel Martín Calvente. Este pretende eximir o atenuar la condena de Feher, alegando que la guerra en Serbia le dejó mermado mentalmente. Las psicólogas forenses lo rechazaron.
Andreu explicó que se han hecho estudios con los niños de Siria y el 20% sufre estrés postraumático. «La gente que tiene traumas por una guerra huye de todo lo que tiene relación con ello, afecta a las personas débiles pero Igor el Ruso no es una persona vulnerable», enfatizó. «Su forma de ser genera siempre mucho dolor porque esa manera de ser, interpretar y percibir altera todo lo que tiene a su alrededor», añadieron estas especialistas que le realizaron una entrevista en el centro penitenciario y le sometieron a varias pruebas.
Pero estas doctoras no fueron las únicas que rechazaron la supuesta neurosis. Los forenses del IMLA Gustavo Sierra y Dolores Ramón también afirmaron que no tenía antecedentes por patologías psiquiátricas. Tampoco que estuviera afectado por una intoxicación etílica cuando tiroteó a sus víctimas el 14 de diciembre del 2017, ya que en la prueba de alcoholemia a la que se sometió dio positivo.
«Tenía una adecuada comprensión y valoración de los hechos. Tampoco fue un delirio, se enfrentaba a una situación real», recalaron los forenses, que hablaron de Norbert Feher como una persona de inteligencia «media-alta» y con una «gran frialdad emocional». «Nos dijo que la muerte es inevitable , sin mostrar ningún tipo de arrepentimiento», destacaron.
Otra de las expresiones que les sorprendió fue que les dijo: «Soy rápido, conozco la anatomía humana. Sabía donde disparaba», a preguntas de por qué había disparado en sitios diferentes a los dos agentes y al civil. «Sonrió, pero no quiso hacer más comentarios», continuó la especialista del IMLA.
AUTOPSIA Estos forenses también realizaron la autopsia de los tres asesinados. Confirmaron la gravedad de los disparos porque «no hubieran sobrevivido aunque hubieran estado a lado del hospital». Calificaron las muertes de «inmediatas e inevitables», especialmente en el caso del ganadero José Luis Iranzo, de 40 años, ya que uno de los disparos le atravesó el corazón y falleció casi en el acto.
El guardia perteneciente al Equipo Roca Víctor Caballero, de 38 años, fue el que más disparos recibió: siete, en total. El primero de ellos fue por la espalda y en el glúteo, que provocaron una fractura en la pelvis que le llevaron a caer de forma inmediata al suelo. Una forma de abatir a la víctima de Igor el Ruso propia de su experiencia paramilitar que, según los forenses, se repite en el caso del otro agente fallecido, Víctor Romero, de 30 años. Recibió cuatro disparos, los primeros por la espalda. Las balas le provocaron varias fracturas, incluida una muy grave en el fémur derecho que desencadenó una importante hemorragia. Sabía dónde disparaba para derribarlos y matarlos.
Los responsables de la autopsia señalan que los guardias civiles fueron abatidos