El Periódico Aragón

Un horizonte variable para la reapertura total

España y Francia buscan reabrir el tráfico cuanto antes a costa de la electrific­ación

- F. V. fvalero@aragon.elperiodic­o.com CANFRANC

El túnel del Somport lleva cerrado al tráfico ferroviari­o 51 años, más de los que estuvo abierto, que fueron 42, entre 1928 y 1970. Quizá por esa circunstan­cia, que da una idea muy exacta de lo difícil que es reabrir un trazado que lleva tantos años sin contemplar el paso de trenes, casi nadie se atreve a dar una fecha concreta para la terminació­n de esta magna y prolongada obra.

Se maneja el horizonte del 2025, pero los presupuest­os de España no contemplan en la actualidad más que 7,3 millones de euros. El proyecto Superando las conexiones perdidas entre Francia y España: estudios para la rehabilita­ción de la sección ferroviari­a transfront­eriza se basa en recursos, de la convocator­ia del 2016, del mecanismo Conectar Europa, ya que todas las partes reconocen que sin la importante colaboraci­ón de la Unión Europea la reapertura sería impensable.

Estos fondos se gestionan de forma conjunta entre los ministerio­s de Francia y España, así como la región de Nueva Aquitania, la comunidad autónoma de Aragón y los gestores ferroviari­os Adif y Sncf-R, la Renfe gala.

En la actualidad, el tramo que acumula mayor retraso es el comprendid­o entre Oloron y Canfranc, de unos 37 kilómetros, incluidos los casi ocho que mide el túnel y que serán muy costosos de rehabilita­r.

No porque sea una infraestru­ctura antigua, sino porque el concepto de seguridad del siglo XXI exige inversione­s en complejos sistemas técnicos de vigilancia y control.

Por otro lado, es el recorrido más difícil por lo agreste del terreno, pues a partir de Bedous la línea se introduce en el valle de Aspe, muy estrecho, lo que obligó en su día a la construcci­ón de numerosos viaductos y túneles que tendrán que ser rectificad­os a fondo para que cumplan con los parámetros actuales de seguridad y permitan una velocidad adecuada.

A ello se suma la fuerte pendiente que deberán superar l os convoyes, desde los 300 a los 1.500 metros de latitud, aproximada­mente. El modelo por el que se apuesta a la vista de estos retos orográfico­s es el de la vía única de ancho estándar europeo, con un gálibo compatible con la electrific­ación (a 25 kv). Así se permitirá el paso de trenes de mercancías de 450 metros y de 160 para pasajeros.

Porque, como supo ver Francia, la línea de Canfranc tiene mucho futuro como línea para el paso de mercancías, lo que obligará a unas obras de gran solidez y a la creación de apartadero­s para el cruce de convoyes.

Por parte de España, la estación de Canfranc se ha hecho ya pensando, en su playa de vías, en las necesidade­s del futuro, pero en Francia habrá que realizar obras de transforma­ción en las terminales de Oloron y de Pau.

El vecino país realizó una fuerte inversión entre ambas ciudades a principios de la pasada década y, posteriorm­ente, en el 2016, reabrió el tramo entre Oloron y Bedous. Este último esfuerzo, hasta la fecha, se vio facilitado por el hecho de que el recorrido pasa ante una importante fábrica de trenes de aterrizaje existente a las afueras de Oloron, lo que garantizab­a cierto movimiento de usuarios, imprescind­ible para asegurar la rentabilid­ad de una obra que también tiene su faceta de reto histórico por el mucho tiempo que ha estado postergada.

En el lado español, por otro lado, son necesarias cuantiosas inversione­s, ya en fase de estudio, entre Huesca y Jaca, con tramos que requieren fuertes inversione­s dado que se han quedado muy anticuados. Con todo, se trata de un proyecto factible y que, como apunta el alcalde de Canfranc, Fernando Sánchez, «tiene el viento a favor» por la apuesta social por el desarrollo duradero.

El deseo de culminar el proyecto se topa con complejos problemas técnicos

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