Eva Puyó y las palabras de familia
‘Todos mis anhelos’ es un libro sobre ritos laicos y civilización, sobre la vestimenta que nos hace humanos
Ropa tendida (Xordica, 2007), el primer libro de Eva Puyó (Zaragoza, 1976), era una colección de relatos que construía una novela de aprendizaje. Todos mis anhelos (Xordica, 2021) es una crónica familiar y una novela de formación. La primera obra contaba cómo escapar de dónde vienes para encontrar tu sitio; la segunda muestra que ese sitio se mueve y es frágil, y que ocuparlo requiere gestionar las pérdidas y los vínculos.
Todos mis anhelos comienza con la enfermedad y la muerte del padre de Eva Puyó y podría parecer un libro sobre un duelo, o sobre cómo se afrontan la decadencia física, la ausencia y la supervivencia, pero no es solo eso. Recuerda a obras como Patrimonio de Philip Roth y Léxico familiar de Natalia Ginzburg y conmueve por su contención, autenticidad y valentía. Puyó no es indulgente con los personajes; tampoco consigo misma: los padres son personas de origen humilde, a veces ásperos, que llegan a la clase media (algunas propiedades, hijos universitarios); el padre es un pícaro candoroso, algo tarambana y a veces brutal; la madre es previsora, desconfiada, resignada, con cierta obsesión por lo práctico. Están llenos de contradicciones, aristas, deseos más o menos conocidos o reprimidos: saber que esos anhelos existen, averiguar qué dicen de nosotros y las dificultades para entenderlos o comunicarlos es uno de los temas del libro.
Otros dos son la dignidad y la responsabilidad: la responsabilidad, digamos, del amor o del cuidado, y también de reconocer los momentos valiosos de la vida y señalarlos. Es un libro sobre ritos laicos y civilización, sobre la vestimenta que nos hace humanos. Para llegar a lo profundo se necesita lo superficial, parece decir Eva Puyó. Son esenciales la ropa, el dinero, las palabras, algunos objetos, los contratos, la escritura (la escritura como caligrafía, como instrumento para desenvolverse en el mundo, como vocación y rasgo que define a la autora). Hay una conciencia formal elegante y discreta: un capítulo va guiado por el léxico, otro funciona como un montaje paralelo del noviazgo de los padres y la vida sentimental de la narradora. El ritmo del relato es extraño y a la vez te atrapa; la conciencia seria pero excéntrica de la narradora alterna con momentos de comicidad explosiva de otros personajes. Los tiempos y los parecidos entre familiares vienen y van, como en un baile de los que gustaban a los padres de Eva Puyó y esa familia tan singular es de pronto todas las familias. Una escena define el libro: «Esta celebración incompleta, sin mi padre, nos pondrá un poco tristes y un poco alegres, como sucede con el buen vino».
*Filólogo y escritor @gascondanel