Los problemas de salud mental se duplican en un año
La Fundación para la Atención Integral del Menor (FAIM) atendió en el 2020 más del doble de derivaciones que reciben desde la sanidad pública por casos relacionados con la salud mental. Así se aseguró esta semana en la presentación del informe en relación con la violencia filioparental del programa Espacio Ariadna de esta fundación, que se realizó en las Cortes de Aragón.
El Espacio Ariadna está en Zaragoza y comenzó a funcionar en el 2014. Tiene el propósito de ofrecer un punto de atención a familias con conflictos filioparentales, y durante estos años han atendido a más de 750 familias de las que casi una tercera parte, 214, fueron atendidas durante el 2020.
Además, en este último año la franja de edad entre los 11 y los 14 es la que más atenciones ha recibido, cuando en años anteriores era la que estaba comprendida entre los 15 y los 17 años.
«El 2020 fue un año especialmente difícil» para familias que tenían conflictos en su interior, explicó en las Cortes el gerente de la Fundación para la Atención Integral al Menor, Pedro Coduras, que aseguró que han atendido situaciones «más deterioradas» de lo habitual, ya que el confinamiento derivado de la pandemia ha contribuido a que los jóvenes pasen más tiempo con las nuevas tecnologías y se hayan roto los canales de comunicación.
Corduras subrayó la importancia de prevenir la violencia filioparental para que estos chicos y chicas que experimentan la violencia como un modo de solución del conflicto no la cronifiquen, y que cuando lleguen a la edad adulta no se conviertan en «agresores». protección a la infancia frente a la violencia, conocida como la ley Rhodes, puesto que esta norma permite que los abusos cometidos en la infancia no prescriban hasta que la víctima cumpla los 50 años para los casos graves.
La pandemia ha avenido a agravar un problema que ya crecía en los últimos años en España. Según datos de la Fundación Ayuda a Niños y Adolescentes en Riesgo (ANAR), los casos de abuso se han multiplicado por cuatro en la última década. Y eso son los casos detectados.
«Durante el confinamiento, las víctimas no han tenido posibilidad de escapar ni han tenido acceso a otros adultos a los que pedir ayuda», relatan desde Vicky Bernadet Aragón. Han aumentado los abusos porque víctima y acosador han compartido más tiempo y más espacio pero también porque «los abusadores que antes salían fuera del hogar a buscar sexo no han podido y lo han buscado en casa», aseguran desde la fundación. Y es que, según recuerda Alejaldre, el 70% de los casos de abuso se dan en el ámbito intrafamiliar y en el 80% dentro del círculo de confianza de los menores, es decir, padres, tíos, abuelos...
Un estudio realizado por Unicef al final del confinamiento ya daba cuenta también de esta situación. Según la encuesta que realizaron a más de 200 entidades que trabajan con menores, varias de ellas aragonesas, a muchas organizaciones «les preocupaba la desprotección de niños y niñas, al perder el contacto con el resto de espacios en los que los casos de violencia pueden ser detectados».
Para evitar estas situaciones, explica Alejaldre, lo más importante es «la prevención» y la perspicacia para estar atentos de posibles síntomas: «Suelen evitar el contacto físico, decae mucho el rendimiento académico, se aislan, no quieren cambiarse con sus compañeros en los vestuarios por miedo a que les vean marcas... Es muy raro que los niños denuncien por sí solos. Suele ser un adulto, el entrenador o un vecino el que se da cuenta», dice el orientador.
«La OMS ha alertado de que uno de cada cinco menores de 17 años en el mundo ha sufrido abuso sexual. Hay que prestarle más atención a este problema porque hoy en día es más fácil que un niño sea víctima de abuso que muera de covid», zanja el orientador de la Unidad de Atención al Desarrollo.