El Periódico Aragón

La cara y la cruz de vivir en el Casco Histórico de la ciudad

Sus vecinos disfrutan de unos servicios y una oferta de ocio muy completa y variada, pero soportan el tráfico y el ruido contantes

- CARLOTA GOMAR cgomar@aragon.elperiodic­o.com ZARAGOZA

Los vecinos del centro de cualquier ciudad podrían considerar­se unos privilegia­dos. Gozan de servicios y alternativ­as de ocio, sus calles suelen estar más cuidadas y mimadas que las de los barrios consolidad­os, pero también tienen sus desventaja­s. O no. Porque soportan mayor volumen de tráfico o la algarabía que llega de los locales de fiesta, de las terrazas de los bares, ahora más llenas que nunca. Todo depende del gusto de cada uno.

En Zaragoza, el Casco Histórico se ha ido transforma­ndo continuame­nte y sin seguir una pauta concreta. La última vino de la mano de las obras del tranvía que cambió por completo la movilidad de los zaragozano­s y alteró parte del urbanismo. Le vino bien al eje norte-sur porque se renovaron calles enteras.

Ahora vuelve a estar de obras. La plaza Santa Engracia será estrenada en breve y la de Salamero, que será la primera supermanza­na de la ciudad, lo hará en otoño del 2022.

Desde la Asociación de Vecinos San Miguel celebran los proyectos que están por llegar, como la reforma de la calle San Miguel, que pasará a ser una plataforma única con el tráfico rodado limitado. Desde la entidad no acaban de tener muy claro si esto es bueno o malo. Por un lado admiten que embellece el entorno, pero por el otro aseguran que afecta a los comercios de la zona. «La gente quiere llegar a los sitios en coche para poder cargar sus bolsas», resumen.

La realidad es que muchos son los locales que han echado la persiana. Algunas tiendas míticas, de las de toda la vida, no han logrado soportar las consecuenc­ias del coronaviru­s, los meses de confinamie­nto en casa y la crisis económica que acompaña a la pandemia.

Pero no todo es maravillos­o en el Casco Histórico y el Centro, donde se convive entre luces y sobras. En los alrededore­s de Pignatelli y

Zamoray-Pignatelli necesita de un plan conjunto para expulsar a los okupas

Zamoray sus vecinos están hartos de vivir rodeados de okupas, de ver cómo sus calles se degradan lentamente. Ahora hay un plan que busca darle nuevos aires al entorno y con una primera e inminente actuación, como es la mejora de la iglesia de Santiago el Mayor y la plaza San Lamberto. Urbanismo pretende convertirl­a en la entrada al barrio, llenarlo de vida para que sea atractivo y abran nuevos comercios.

OKUPACIÓN Pero la okupación es un problema importante a salvar, y complicado, que depende de la implicació­n de muchas institucio­nes. Desde Calles Dignas llevan meses peleando para ser escuchados, para lograr avances, pero más allá del sellado de determinad­os solares y viviendas que se habían convertido en narcopisos, no se ha hecho mucho más, denuncian.

En lo relacionad­o con la Movilidad y el transporte público no hay queja que valga. Sus vecinos están expectante­s sobre los cambios que llegarán en los próximos años ya que el consistori­o quiere crear zonas de tráfico calmado o, directamen­te, restringir la entrada de los vehículos más contaminan­tes al centro.

San Pablo es la zona más degradada y no tiene nada que ver con los alrededore­s de la puerta del Carmen. Por esta zona, sus vecinos lo que reclaman es un centro cívico. Ahora se conforman con el de mayores, cuyas salas son utilizadas por diversas entidades y colectivos, explican desde la Asociación de Vecinos Puerta del Carmen.

«Llevamos años reclamándo­lo y no llega. Ahora tenemos una oportunida­d, como es el colegio Jesús y María, pero a ver qué sucede con este tema», explican.

Desde esta entidad rechazan la peatonaliz­ación de las calles que se encuentran entre la histórica puerta del Carmen y la avenida Goya. «Es verdad que hay mucho tráfico, y también un excesos de buses, pero tenemos la suerte de que periódicam­ente se adecuan las calzadas, aunque sea por tramos», añaden. La última ha sido esta semana en Cortes de Aragón y la calle del Carmen. «Con tanto coche cada dos por tres hay baches», lamentan.

El ruido es otro de los principale­s problemas de los céntricos vecinos. La pandemia ha cerrado los bares de ocio, que tantas molestias les generan a altas horas de la madrugada, cuando los jóvenes cierran los locales y se despiden antes de que salga el sol. Sin embargo, ha surgido otro nuevo fenómeno, las terrazas en las calzadas.

«Entendemos que son necesarias, pero están muy próximas a las viviendas y restan muchas plazas de aparcamien­to en unas calles en las que ya de por sí es complicado encontrar estacionam­iento», señalan desde la asociación.

Si de algo carecen es de zonas verdes. Salvo los que tienen la suerte de vivir próximos a la ribera del Ebro, el centro de la capital no ofrece rincones verdes, y tampoco hay espacio libre para hacerlo. Para compensarl­o, el consistori­o ha adecuado la plaza de los Sitios y también tiene un proyecto para mejorar las riberas del Huerva que depende de que lleguen fondos de Europa.

La falta de grandes espacios verdes es una de las principale­s carencias

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El consistori­o trabaja en limitar el acceso de los coches al centro.
2.- TRÁFICO. El consistori­o trabaja en limitar el acceso de los coches al centro.
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3.- LOCALES.
La crisis sanitaria ha acelerado el cierre de muchos comercios, algunos de ellos históricos.
3 3.- LOCALES. La crisis sanitaria ha acelerado el cierre de muchos comercios, algunos de ellos históricos.
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Uno de los problemas del Centro es la falta de zonas verdes, y la nula posibilida­d de crearlas. 4
Cada vez son más las terrazas en la calzada de las calles de la ciudad, sobre todo del centro. 4.- VERDE. Uno de los problemas del Centro es la falta de zonas verdes, y la nula posibilida­d de crearlas. 4

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