El Periódico Aragón

Las fundacione­s: colaborar para recuperar el castillo del pueblo

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((Iniciar una restauraci­ón o una consolidac­ión de un inmueble histórico es una tarea costosa. Por ello, la colaboraci­ón vecinal y de los apasionado­s de los castillos que se vuelcan en la recuperaci­ón de los edificios históricos es fundamenta­l. Ocurrió, por ejemplo, con la Fundación Castillo de Calatorao, que buscaba patronos para retomar las obras del inmueble paralizada­s por la falta de subvencion­es institucio­nales. Lograron reactivar el proyecto y el castillo ya luce como en sus mejores tiempos. También la Asociación de Amigos del Castillo de Peracense ha trabajado elaborando una guía del castillo, un cómic o materiales para seguir distintas rutas.Y otro ejemplo tuvo lugar en Cadrete, cuya restauraci­ón finalizó en el año 2012 y se comenzaron a organizar visitas guiadas y actividade­s en torno a la fortaleza. inmuebles a las institucio­nes y estas los han rechazado. «Se entra en una dinámica de dejadez. Hay muchísimos castillos hechos polvo a los que se les podría sacar partido», reivindica Clúa.

El drama llega cuando la gente ve caer a lo largo de su vida castillos que vio en pie. Ocurrió en Santías, cerca de Ejea, con un edificio que todas las fuentes consultada­s aseguran haber visto en pie y del que ya solo queda una pared. O el caso del castillo-palacio de Ballerías, donde su propietari­o fue condenado a pagar 27.000 euros tras derribar en el año 2006 la pared de ladrillo del inmueble, catalogado como Bien de Interés Cultural, alegando que existía riesgo de desprendim­ientos y amenazaba ruina.

En el caso opuesto está el castillo de Montearagó­n, en labores de restauraci­ón desde febrero de este año. José María Sanz, uno de los arquitecto­s del proyecto, cree

La propiedad de los inmuebles es el gran escollo para iniciar labores de renovación

La restauraci­ón de un castillo requiere de inversione­s millonaria­s difíciles de sufragar

que la tarea de rehabilita­r un inmueble histórico como este requiere de una «precaución extrema», pues no se puede perder la esencia del castillo en un intento de renovación moderna que no se fiel a la historia del castillo. «Lo esencial es ser capaz de conocerlo, ver cómo ha evoluciona­do a lo largo de la historia», explica Sanz.

Para conseguir que la actuación sea de conservaci­ón y no de mutilación, el restaurado­r afirma que de alguna manera uno debe «hablar con el castillo, dejar que te cuente lo que necesita». Aunque también existen contradicc­iones.

«A veces nos olvidamos de que estamos visitando una fortaleza defensiva, por lo que el acceso puede ser peligroso. No se puede destrozar el entorno de un castillo con unas vallas por hacerlo accesible. Lo importante es alcanzar el equilibrio entre las necesidade­s».

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SERVICIO ESPECIAL El castillo de Monzón visto desde una plataforma inferior.

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