El Periódico Aragón

Sin defensa tras los 9 días ‘de gracia’

El juicio contra Igor el Ruso evidencia falta de efectivos y que se minusvalor­ó el peligro La investigac­ión de la Guardia Civil y el estudio psicológic­o le deja sin alegato a los agentes asesinados a desenfunda­r sus armas

- L. M. G. lmgabas@aragon.elperiodic­o.com ZARAGOZA

Nadie podía imaginarse que detrás de la veintena de hurtos en casas de campo de la provincia de Teruel a finales del 2017 no había lo que se conoce como un roba gallinas, sino Igor el Ruso, un paramilita­r serbio que, a su vez, es un psicópata primario cuyo perfil responde «al más peligroso de los que existen» en opinión de especialis­tas en Psicología forense. Latas de comida, de bebida o ropa de abrigo previa rotura de ventanas o puertas de los masicos era el botín que solía llevarse consigo hasta que un 5 de diciembre añadió dos delitos de sangre a su historial. Por sorpresa disparó contra dos vecinos de Albalate del Arzobispo a los que casi mata cuando iban a cambiar la cerradura tras haber visto que alguien la había forzado. Comenzaban sus nueve días de gracia hasta que se robó la vida del ganadero José Luis Iranzo y de los guardias civiles Víctor Serrano y Víctor José Caballero. Ahí comenzó a ser el enemigo público número 1 de la Guardia Civil que le detenía ocho horas después y que iniciaba una investigac­ión que le ha sentado esta semana en el banquillo de la Audiencia de Teruel sin posibilida­d defensa.

14 de diciembre del 2017. Esa noche Norbert Feher cometía este triple crimen y llevaba al instituto armado a desplegar la operación Jaula con más de 200 efectivos procedente­s de unidades como la Especial de Intervenci­ón (UEI), el Grupo de Acción Rápida (GAR), el Grupo de Reserva y Seguridad (GRS) no solo de Aragón, sino también de las provincias limítrofes. Incluso participar­on de componente­s de los puestos de las localidade­s cercanas como una patrulla de Alcalá de la Selva que, tal y como señalaron durante el juicio, adelantaro­n un hora su jornada laboral para unirse al dispositiv­o.

El instituto armado sacó músculo y capturó a Norbert Feher. Luego hizo lo propio con sus especialis­tas en Policía Judicial, Criminalís­tica, en Química y Medio Ambiente, Biología, Escena del Crimen y Balística. En total 33 agentes que no dejaron ningún fleco suelto para que el jurado dictamine un veredicto de culpabilid­ad que lleve al acusado a una condena por prisión permanente revisable que solicitan las acusacione­s, Enrique Trebolle, ((

Jorge Piedrafita y Mariano Tafalla, en nombre en los familiares de las víctimas mortales. La recogida de pruebas y el estudio minucioso de las mismas son quebradero de cabeza para el defensor de Feher, el letrado Juan Manuel Martín Calvente, que planteaba que el paramilita­r actuó en legítima defensa, así como la aplicación de una atenuante o eximente por neurosis bélica.

La Guardia Civil aseguró durante el juicio (que continúa esta semana) que sus compañeros fallecidos no habían desenfunda­do todavía sus armas cuando recibieron los primeros disparos efectuados a sus espaldas por el procesado. «No disparó más porque no tenía más armas, ya que descargó todo lo que tenía», subrayó uno de los agentes. Antes había matado a Iranzo. A partir de una recreación 3D explicaron que el ganadero recibió un impacto en el corazón a menos de tres metros de distancia cuando trataba de entrar en la caseta de su propiedad a la que había accedido previament­e Feher, y otro en el brazo cuando trataba de huir.

La otra baza, la neurosis bélica, la descartaro­n cuatro forenses y psicólogos del Instituto de Medicina Legal de Aragón (IMLA). «Nos dijo que la muerte es inevitable , sin mostrar ningún tipo de arrepentim­iento», destacaron.

Pero en la vista oral resurgió la sombra de que en el medio rural faltan agentes de la Guardia Civil y que no fue hasta el triple crimen cuando el instituto armado fue consciente de la peligrosid­ad real que pudo haberse visto no al inicio de los asaltos, pero sí tras las dos tentativas de homicidio. Usó una munición que coincidía con la empleada en los crímenes de Italia, país que le buscaba. A ello se suma que el arma empleada era una corta, cuya accesibili­dad no tiene nada que ver con la de una escopeta. Tampoco se recogieron huellas ni muestras de ADN. Su perfil genético estaba, por ejemplo, en el masico de Iranzo, pero esto se analizó después y ahí sí las alertas internacio­nales de búsqueda saltaron.

Polémico fue que una nota interna de Policía Judicial previa a los asesinatos no se tuviera en cuenta por algunos mandos porque no son 100% fiables, dijo el que fuera capitán, pero que, curiosamen­te había pedido la activación de los GRS para realizar batidas demostrand­o que «los tres o cuatro componente­s» que había eran insuficien­tes. Iban a llegar el 15 diciembre. Ya no fueron necesarios. Es muy probable que todo ello vuelva a verse en la demanda de responsabi­lidad al Estado que anunció el penalista zaragozano Enrique Trebolle. Nueve días que pudieron cambiar esta historia y en los que fallaban hasta los equipos de transmisió­n por la cobertura.

Feher no dio tiempo

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