El Periódico Aragón

La cárcel de Benabarre sale del olvido para avanzar al futuro

La rehabilita­ción del edificio necesita una inversión de un millón de euros El proyecto estima el desarrollo de un museo centrado en la memoria histórica

- SERGIO RUIZ ANTORÁN eparagon@aragon.elperiodic­o.com BENABARRE

Del fajo cuelga una nube de llaves. La acertada retuerce un candado que protege una gruesa cadena que abraza una puerta de madera chirriante en sus siglos. Se abre delante de un torreón que casi no se percibe desde la calle por un grueso muro y camuflado por las trepadoras. La cárcel de Benabarre sigue escondida, casi oculta para sus vecinos, descomponi­éndose desde su cierre en 1974. Callada sigue a la espera de ser rehabilita­da con una inversión estimada en el millón de euros para convertirs­e en uno de los puntos de interés de este foco en expansión de La Ribagorza.

Su historia de penurias será su futuro. El nombramien­to como Bien de Interés Cultural (BIC), lugar de memoria democrátic­a de Aragón, ha sido un paso fundamenta­l ante el deseo de conversión en un espacio museístico que dé valor e interprete la represión sufrida entre estos muros y con especial relevancia a la existencia en el municipio de una colonia escolar que dio cobijo y enseñanza a niños evacuados en la zona republican­a y cuyos maestros fueron víctimas de posteriore­s penas. El Ayuntamien­to de Benabarre estudia las fórmulas para recabar financiaci­ón necesaria y poder ejecutar esta iniciativa complement­ando sus 700 metros cuadrados con una exposición sobre la historia de la localidad y sobre la figura de Pere García, afamado pintor gótico medieval natural del municipio. Un primer paso ha sido el derribo de una vivienda adyacente a la manzana para adecuar una calle que dé acceso a la ampliación del cercano colegio como centro integrado y realzar la presencia de la cárcel.

El abandono azota una estructura firme asentada en antiguos sillares con marcas de cantero del castillo de los Condes de la Ribagorza, emblema de Benabarre. El principal problema es que parte del tejado ha cedido y las vigas de madera cuelgan o se han desplomado sobre la segunda de sus tres alturas. Los primeros trabajos se centrarán en asegurar este área, evitar más desprendim­ientos y reducir la degradació­n climática. La acometida del resto de la rehabilita­ción más profunda necesitará fondos de administra­ciones superiores.

«Antes se podía subir hasta arriba, ahora con cuidado llegas a la segunda planta», dice el guía. Las palomas han hecho su casa de las celdas. En la entrada reposa una viaje maleta llena de hojas de otoño. En los laterales se abren las primeras celdas numeradas y cerradas con los portones originales. Algún camastro queda carcomido entre escombros. En el interior, poca luz entra por ventanas con doble reja. Al fondo se hunde un retrete colectivo. En las paredes se distinguen viejos grafitis de presos, algunos con casi 150 años de antigüedad. Si no se actúa a tiempo será complejo recuperar la escalera original y los yesos de las paredes se están cayendo y perdiendo las valiosas inscripcio­nes.

La porcelana rojiza del suelo y el vivo color azul de la pared contrastan junto a un resistente perchero en una amplia sala de la segunda planta. Era el apartament­o. Alrededor amanecen fracturada la enfermería y más celdas, algunas para presas o presos distinguid­os, porque el inodoro se protege por una piadosa pantalla, y ha desapareci­do. El carácter mixto de esta penitencia­ria es uno de sus caracterís­ticas peculiares.

La cárcel se proyectó aprovechan­do un antiguo monasterio, desamortiz­ado por Mendizábal, del que quedaban la iglesia y el claustro hasta su derribo en la década de los 80. El arquitecto José Secall diseñó un emplazamie­nto con 36 amplias celdas, aprovechan­do los antiguos habitáculo­s de los monjes, dentro del plan de desarrollo de modernas cárceles en la provincia de Huesca ejecutado a mediados del siglo XIX. Finalmente se ejecutó una versión reducida, con 16 estancias para 32 presos. Sin embargo, se han contabiliz­ado más de cien estancias tras la conquista por el bando franquista de la ciudad en abril de 1938. Distintas fuentes documentan más de 30 fusilamien­tos y muertes en este periodo.

La recuperaci­ón de su patrimonio material e inmaterial (Ball del Salvatges) entra dentrod el plan de desarrollo de la capital histórica de la Ribagorza. El proyecto de la cárcel se une a los ejecutados de recuperaci­ón del pozo de hielo, el basal, los molinos de harina y aceite, el lavadero, los porches, fachadas... y las principale­s inversione­s realizadas en el Castillo de los Condes de la Ribargoza y el antiguo Hospital de Santa Elena, convertido ahora en albergue municipal y Centro Rural de Innovación Educativa.

La combinació­n entre el cuidado de las tradicione­s y el desarrollo de servicios para potenciar la calidad de vida y la llegada de nuevos moradores ha sido uno de los puntos más tenidos en cuenta para la entrada, el pasado 25 de marzo, de Benabarre dentro de la Red Cittaslow, junto a Rubielos de Mora, la única en territorio aragonés.

Las gestiones realizadas en los últimos meses fructifica­ron con un nombramien­to refrendado con una nota del 86,96%, poniendo en valor la existencia de plataforma­s Benabarre Sabor, que aglutina a empresas locales de restauraci­ón y alimentos (azafrán, chocolate, quesos, cerveza artesanal y embutidos), o Slow Food Ribagorza. asociación que proyecta en la comarca la filosofía de vida a menor velocidad «Este nombramien­to no es una meta. Es una meta volante. Vamos a continuar porque este certificad­o nos obliga a seguir pedaleando», declara Alfredo Sancho, alcalde de Benabarre.

La ampliación de la residencia, del colegio o del suelo urbano para nueva vivienda (60 unidades) o la puesta en marcha de un proyecto innovador de recuperaci­ón de huertos tradiciona­les son las apuestas de Benabarre por avanzar hacia el futuro.

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Interior. Los escombros se amontonan en el suelo de las celdas de la primera (abajo) y segunda planta (derecha). Graffitis dejados por los presos (arriba e izquierda) pueden perderse por el mal estado de los yesos de las paredes.
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SERGIO RUIZ ANTORÁN
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