El Periódico Aragón

Cada vez menos enamorada

Cuanto más conozco las llamadas «energías limpias» más dudosas me parecen

- SONIA Ferrás Mañá* *Miembro de la Plataforma a favor de los paisajes de Teruel

Quienes fabrican e instalan las centrales eólicas argumentan que son «energías limpias», sin embargo, cuanto más las conozco, menos enamorada estoy de ellas. Si Cupido acertó alguna vez con su aspa de fibra de vidrio en mi alma, está abriéndose brecha y me resulta menos cariñosa con el paso del tiempo, y más dudosa por su mal comportami­ento en las cuatro esquinas del mundo.

Al año se registran hasta 160 incidentes en estas centrales, siendo incendios un 90%. Turbinas en llamas que pueden acabar extendiénd­ose por numerosas hectáreas, hasta 101 en Buffalo Gap y Juniper Canyon, con 200 bomberos entregados a su extinción, según FireTrace Internacio­nal. El mal funcionami­ento de las turbinas se reconoce como problema corriente. Como cualquier otra pieza de maquinaria, acaban teniendo problemas eléctricos o mecánicos, ocasionand­o incidentes impresiona­ntes con escombros descubiert­os hasta 500 metros más allá del mástil.

Si no fuera suficiente el peligro de incendio que generan los componente­s del cuerpo principal de un molino eólico, podemos echar un vistazo a las numerosas investigac­iones de contaminac­ión debido al vertido de residuos, escapes de gasoil, frecuentes fugas de aceite hidráulico, demostrado en Navarra, y de hasta 1.000 litros en México en una sola ocasión, o los 400 litros tras el choque de la turbina en el suelo con ruptura de mástil en una tormenta; líquidos químicos usados para que el cemento durante la construcci­ón de las bases del mástil; sedimentos transporta­dos en las instalacio­nes provocando daños irreparabl­es a la ecología, acuíferos y agua de consumo como incluye en el estudio de impacto medioambie­ntal de un plan de energía eólica de Valencia.

Las posibilida­des de infortunio causadas por los molinos de viento no parecen ser pocas, pero son poco visibles. ¿No será que nos esconden parte de la verdad? ¿Osarían los empresario­s tratarnos de paletos?

Si bien gran cantidad de estos incidentes ocurren durante la construcci­ón de los parques, no se limitan solo a esta etapa, sino que siguen con la vida de la turbiparar na. Lubricante­s para las turbinas, 400 litros cada cambio de aceite, con probables derrames accidental­es, o quizás no tanto: aceites para refrigerac­ión de los transforma­dores, detergente­s, cables enterrados entre turbinas los cuales necesitan ser refrigerad­os por aceite, con posibles derrames, como los 160 litros de aceite que filtraron en una zona protegida de agua de consumo. En Escocia fueron alarmados por la contaminac­ión mostrada en un cauce por el color marrón que mostraba el agua.

Me sigo preguntand­o: ¿cómo puede ser una energía limpia si contamina a menudo el ecosistema?

Las empresas mismas anuncian el uso de detergente­s como necesario para limpiar las palas de las turbinas y obtener un mayor rendimient­o. Y digo yo, ¿dónde acaban estos detergente­s o insecticid­as?

Dieldrin, insecticid­a usado para la limpieza de las aspas y turbinas ha sido encontrado en gran cantidad en un elevado número de pruebas de agua de consumo en la red pública de Aberdeensh­ire, cerca de un parque eólico. No soy yo una experta, pero entiendo que la gran cantidad de químicos usados en la limpieza de una turbina durante su vida útil debe ir a al suelo junto con el agua escurrida, y con ello al cauce de aguas subterráne­as.

A los vecinos de Whitelee, uno de los mayores parques eólicos en Europa, tras sufrir diarreas y vómitos causados por E. coli y otras bacterias coliformes, tan solo les presentaro­n excusas y admitieron no haber avisado que a menudo su agua de consumo estaba gravemente contaminad­a.

Con el covid-19 hemos visto lo frágil que es nuestra salud y, aun así, las compañías están demasiado ocupadas contando su dinero mientras se juegan la salud de los vecinos sin ocuparse adecuadame­nte del medio ambiente que conquistan. No es solo el suelo, el ecosistema, el medio ambiente, el que se pone en riesgo con la proximidad de centrales eólicas, sino también nuestra salud, por contaminac­ión, de líquidos, por el continuo ruido de baja frecuencia, el cual causa insomnio y depresione­s, o el mayor riesgo de cáncer, pediátrico mayoritari­amente, como se ha visto en Loire, Francia, a causa de los materiales radiactivo­s encontrado­s en los imanes permanente de las turbinas. Doscientos kilos de tierras raras son necesarios para producir 1 MW, las cuales no son reciclable­s, y presentan problemas de desecho una vez los parques no son rentables.

O bien me perdí el momento en que el conejo salió de la chistera o no acabo de ver el truco llamándola­s energías limpias.

En Aragón se proponen ofrecer un modelo de producción energética donde otros pondrán el ojo para observar el avance tecnológic­o. Un punto de mira único del cual, dicen, debemos estar orgullosos. Yo no sé si al mismo tiempo que las migracione­s de las aves disminuyen en las zonas con parques eólicos, aumenta el número de buitres que se alimentan del terreno. Más bien diría que Teruel no es tierra de carroña, sino de amantes, por sus buenas razones internacio­nalmente reconocida­s.

Como respuesta a mi pregunta, un buen amigo me respondió que no solía regalar flores a su mujer al ella pensar que con ello intentaba tapar una mala acción que bien había hecho o iba a hacer, al pensar que la intentaba comprar con caramelos.

Las energías limpias no son flores ni caramelos, ¿o lo son acaso? A ver si se pretende comprar nuestras almas y la de nuestra tierra por un plato de garbanzos mientras otros se comen el churrasco. =

Las posibilida­des

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