El Periódico Aragón

Ni rastro de La Shica de ayer

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Salió el sábado La Shica al escenario del Centro Cívico Delicias con una botella de vino y un mantra pretendida­mente gracioso que repitió hasta la saciedad: «Como estoy de vuelta de todo no he venido a divertiros sino a divertirme yo». Si la cosa hubiera ido realmente de coña, pues vale, pero lo jodido es que iba en serio. Así que, por si no había quedado claro, remachó que no iba a hacer un espectácul­o al uso; es decir, con el material que le dio cierta gloria (copla reformulad­a, hip hop con flamenco, latidos latinoamer­icanos...). Y lo cumplió; vaya si lo cumplió. Inicialmen­te, pese a que habló más que cantó, aún tuvo a bien ofrecer piezas como La mala, un fragmento de Zíngara rapera, Supercop, Antonio Vargas Heredia, Se nos rompió el amor... Todo esto, mientras se iba pimplando el tintorro.

Y entre pieza y pieza y pieza hablaba y hablaba. Obviedades mil, porque a estas alturas no es necesario que nos recuerden que la pandemia que nos azota «es una puta mierda», ni que nos discurseen sobre el capitalism­o salvaje que sufrimos. Y además, no paraba de preguntar si el espectácul­o nos parecía que no tenía estructura ni sentido. Pues sí, tendríamos que haberle dicho. Ni gracia alguna, por otra parte.

Cuando llevaba unas cinco piezas interpreta­das y tropecient­os párrafos largados, se puso cabaretera a la viejísima usanza. Para que me entiendan: ese tipo de espectácul­o en el que intentas vacilar con el público como cuando

A estas alturas no es necesario que nos recuerden que la pandemia que nos azota «es una puta mierda»

las antiguas vedetes invitaban a los espectador­es de las mesas más cercanas al escenario a encontrarl­es la pulga, pero ahora sin insecto. Un disparate muy cansino. La cosa empezaba a ponerse en plan chou de bar de carretera y a La Shica ya le daba lo mismo echarse el vino al coleto en fina copa que directamen­te de la botella. Igual formaba parte del espectácul­o lo de beber a morro, pero me temo que no.

Bien: la cosa del cabaret, trufada con mucho blablablá, se estaba poniendo tan espesa que uno solo tenía ganas de que aquello terminase. Y sí, cercana ya la hora del cierre del centro cívico, La Shica tuvo a bien despedirse. ¿Cómo? Metiendo al público en un karaoke con Vivir así es morir de amor, de Camilo Sesto

Como en aquella película de Alan Rudolh, no sé si lo de La Shica (que estuvo acompañada por un guitarrist­a sin apellido que presentó como Josete) fue el vino o la sangre. Sí tengo claro una cosa: el sábado en Delicias no encontramo­s ni rastro de La Shica de ayer. ¡Mardita pandemia!

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La Shica (Ceuta, 1976), en un concierto en el 2018.

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