Política y cañas

A Isabel Díaz Ayuso le gusta sobre todo hablar de libertad frente al comunismo

Ya sabemos que a la derecha madrileña le gustan las cañas hasta el punto de mantener de par en par abiertos los bares con un índice de incidencia del coronavirus que en otras partes de Europa haría cerrar a cal y canto hasta las escuelas.

Pero, como explica su candidata estrella, Isabel Díaz Ayuso, nada mejor que una buena caña al final del día para olvidar que uno es un desgraciado, obligado a trabajar por un salario miserable, y poder compartir con otros su desgracia.

Sabemos también, después del debate electoral del otro día, que la presidenta de esa España dentro de España detesta, al igual que su rival de la ultraderecha, las colas del hambre.

Bueno, más que detestar las colas, desprecian a quienes las integran porque, como ambas sostienen, se trata solo de «mantenidos y subvencionados», producto de desecho de las políticas de izquierda.

Sabemos que a la presidenta madrileña no le gusta que le pongan ante el espejo de las cifras del covid en la región que gobierna, ni tampoco las de un milagro económico en el que insiste, pero que, si hemos de creerlas, es puro espejismo.

Isabel Díaz Ayuso detesta, por supuesto, que alguien la contradiga y solo quiere que la dejen hablar de su nuevo hospital, sin igual en Europa, del estilo de vida madrileño, que todos nos envidian, o de los pocos impuestos que aquí se pagan y que atraen inversiones de todo el mundo.

«Medios de comunicación internacionales nos llaman para preguntarnos cómo hemos conseguido ir contra el virus sin tener que rematar la economía», afirma una presidenta que, ¡feliz ella!, parece no conocer la duda en ningún momento.

A Díaz Ayuso le gusta sobre todo hablar de libertad, libertad frente a ese comunismo que ella ve en toda la izquierda, igual que nuestro ingenioso hidalgo veía en todas partes gigantes en lugar de prosaicos molinos de viento.

Isabel es sobre todo muy suya y pretende gobernar sola porque solo así podrá formar su propio equipo sin un Ciudadanos que, como ocurrió en la etapa pasada, pretenda meter la cuchara en el cazo de vez en cuando.

Un Ciudadanos que, por cierto, se dice de centro e insiste continuamente en su papel de partido bisagra, pero que se empeña en repetir gobierno en Madrid con quienes allí solo le han mostrado desprecio.

La presidenta madrileña y heroína de todas las Españas ve ahora en serio riesgo el futuro de la Comunidad de Madrid y, hablando en nombre de todos los madrileños, teme que «nos cambien por la puerta de atrás nuestro modelo de sociedad».

Un modelo de sociedad ultraliberal, el de una Ayuso cuya única obsesión es bajar impuestos, y ello en un momento en que desde el FMI hasta el presidente de EE UU defienden una fiscalidad más justa para impedir que una desigualdad que no deja de crecer termine rompiendo nuestras sociedades. *Periodista

Isabel es sobre todo muy suya y pretende gobernar sola, sin Ciudadanos