Quijotes del siglo XXI
Antonio Alaminos López Zaragoza
El 23 de abril, como cada año, es un día cargado de efemérides, entre otras muchas, es el día internacional del libro, conmemoramos el fallecimiento de Cervantes y celebramos San Jorge, por ejemplo. Todo ello hace que esta fecha sea celebrada de múltiples maneras por países enteros, comunidades e influyentes colectivos.
Pero, además, este año, tan duro, tan raro, tan difícil, creo que el 23 de abril puede ser un día también para agradecer a los voluntarios y las voluntarias su dedicación al servicio de los demás. Aunque su día internacional sea el 5 de diciembre. Quienes practican el voluntariado, puro y sin aditamentos que lo desvirtúen, que haberlos los hay, son como quijotes tras sus ideales para prestar ayuda al prójimo, sin importarles las consecuencias adversas que estas buenas acciones les puedan acarrear.
En el voluntariado las personas se pueden quijotizar o sanchificar, según los dictados lunáticos o de cordura que manifiesten sus generosas almas. E incluso adoptar como sus protectores, si así lo desean, a san Sebastián, san Mauricio, Santiago o a san Jorge, según prefieran.
Porque, al fin y al cabo, ser voluntario o voluntaria es vencer al mal, que se puede manifestar en múltiples formas, como pandemia, hambre, emigración, contaminación, inmigración, enfermedad, desavenencias, cambio climático, violencia, incultura, guerra o muerte.
Por contra, el bien del voluntariado suele llegar de la mano del servicio a los demás, de la cortesía, del desinterés, del sacrificio, de la bondad, de la generosidad, de la amistad, del valor, de la alegría, de la gratitud, del compartir, de la gratuidad, del trabajo, de la honradez, de la lealtad, de la humildad, de la fortaleza, del buen humor, de la abnegación, de la hermandad, de los principios, de la ética, de las creencias, del amor…
Así pues, enhorabuena, felicidades, el 23 de Abril y el resto de los días del año, a la gran familia del voluntariado.