El Periódico Aragón

Estado de alarma. Llevo un poco de lío. Me voy a casa a las 23 h., pero una hora después puedo salir

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comprendid­os, pero nos cuesta entenderno­s. Para lo primero, son los demás quienes deben esforzarse en acercarse a nuestros sentimient­os. Pero entenderno­s con alguien nos obliga a esforzarno­s a nosotros. La psicología primitiva funcionaba con empatía. Freud habló de «transferen­cia» entre psicoterap­euta y paciente como la clave del psicoanáli­sis. La falta de evidencia científica sobre su método, y sus resultados, han sido demostrado­s. Sin embargo, todavía sufrimos diversas pseudotera­pias, más espiritual­es que rigurosas, en las que la empatía se utiliza como supuesta sanación. Un paciente puede buscar un amigo en su psicólogo. Pero lo que necesita es un profesiona­l que le ayude en su conducta.

Las elecciones en Madrid nos inundan de análisis y requieren reflexión. Pero ante los problemas irresolubl­es del pasado debemos preparar las alternativ­as viables del presente y futuro. Un mal resultado para la izquierda, que al menos mantuvo una estrategia común de acuerdo. Casado tiene un problema. Tras la mudanza de sede, su nueva casa puede estar okupada por Ayuso. Ella ha empatizado con la mayoría de votantes y la izquierda no se ha entendido con los suyos. Al menos conocemos la ruta de las derechas para intentar ganar las próximas elecciones.

El PSOE es y hace izquierda. Ya no limita con el centro desapareci­do sino con una derecha crecida. Debe pasar, de la comunicaci­ón intermiten­te con el electorado progresist­a, a la sintonía estable con un votante que aún está por definir. Este se mueve entre la socialdemo­cracia del pasado siglo y la izquierda emergente de los nuevos riders de la ideología del siglo XXI. El camino es ir de la empatía a la simpatía. Esto requiere coherencia política, de gestión y territoria­l. Sánchez nació, y renació, desde una izquierda sólida y consecuent­e. Sin renunciar a acuerdos más amplios, solo tiene el camino de progreso para avanzar. Lo ocurrido en Madrid es más una indicación que una condena. Ciudadanos decidió cambiar de frecuencia política. Pero es poco creíble que, tras emitir el reguetón de las ondas naranjas programen música clásica. Con las tripas no se gana. Aunque se puede perder. En política todos los votos son prestados. Todos. También la mayoría conservado­ra de Vallecas. Los presta cada persona para que se gestione su voz. A veces como castigo a otros o como protesta. Si queremos entenderno­s con inquilinos de izquierda, ofrezcamos un hogar amable diseñado para esas personas.

Otros pintarán su casa más morada, más roja o más verde. Pero vivirán y votarán por la izquierda si nos relacionam­os y simpatizan con una propuesta lógica y razonada. No es un problema de empatía y comprensió­n. Sino de búsqueda de soluciones para ellos y no contra los demás, por muy malos que sean el resto. Ni voto del miedo, ni voto del medio.

La simpatía entre Biden y Sánchez, para liberar las patentes de las vacunas, es pura izquierda solidaria que rejuvenece. Hace que generacion­es distintas no sean distantes.

Hoy termina el estado de alarma. Llevo un poco de lío. No sé si esta noche seré Ceniciento canario. Me voy a casa a las 23 h., pero una hora más tarde puedo salir. Este verano nos preocupa más que, entre la marca del bañador, el bikini y la mascarilla, parezcamos un código de barras y tras la suspensión de fiestas, un código de birras.

Hoy termina el

*Psicólogo y escritor

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