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Carrodilla Cabestre logró la plata del Campeonato de España juvenil en su segunda carrera de montaña y es tercera en la Copa La joven atleta de Estadilla entrena por la sierra con la que comparte orgullosa nombre
Se emociona. Es normal. Es humana. Porque el sentimiento le brota de tan adentro, tan profundo, de ese enorme corazón, que sólo con ese latido puede expresarse. Ser de Estadilla y pasar por el Santuario de la Carrodilla, subiendo a lo alto del Buñero, por donde ella entrena, sólo puede describirse de esa manera, con la piel de gallina y el ojo arrasado. «Es un sitio especial, muy bonito», expresa. Es su lugar en el mundo. Porque hasta lleva su nombre, un nombre de sierra y de patrona. De orgullo.
Porque lo primero que sorprende de Carrodilla Cabestre es eso, cómo se llama. Por esa excepción sería fácil encontrarla rápidamente en las clasificaciones. No es sólo eso. Porque se le rastrea sencillo empezando desde arriba. Esta chica de 17 años se proclamó hace una semana subcampeona de España de carreras de montaña. Nada insólito si no se indica que era únicamente su segunda prueba en esta disciplina. Y que en la priMonzón. tañeros de Aragón de Barbastro mientras detalla cómo ha subido desde Pineta ese Monte Perdido que tan claramente se ve desde el mirador de Estadilla.
A la Peñón Xtreme, su primera carrera, llegó sin referencias. Pronto se notó fuerte en una subida muy técnica con tramos de hasta el 40% de pendiente en los que había que echar las manos a la roca o ayudarse de una cadena. Al llegar la pronunciada bajada, complicada, vio cómo se escapaban por delante las catalanas Martina Gonfaus y Berta Guitart. Tuvo que conformarse con ser tercera. Podio. Ni tan mal para una principiante.
A Mágina fue sin exigirse, pero sabiendo mejor su sitio. Empezaron a exigente ritmo por una parte llana y la cabeza se fue estirando en los fuertes repechos hasta quedarse ella sola con Martina. Aunque se le despegó un momento, reaccionó y logró hasta adelantarla. Pero de nuevo en la bajada final fue cediendo terreno. «Pero me puse a apretar por si la cogía, pero sobre todo para que no me cogieran», recuerda. Y no lo hicieron.
«Es que para
En febrero entró