Envuelto en cartas
La política del odio nos está enfrentando unos contra otros. Corazones que laten solo por odio, al ritmo del rencor, la ira y la venganza. No pondré nombres, todos sabemos quiénes son.
Pensaba, infeliz de mí, que la triple y brutal crisis sanitaria/humanitaria, económica y social el enfrentamiento por el diálogo, en un juego ético como debería ser la forma de entender la política. Nada de eso ha sucedido y con ello el daño colateral producido es incalculable.
Populismo barato, sea hispano puro o periférico independentista, junto con algunos periodistas, en medios televisivos nacionales, empleados para contar la verdad de quien les paga en lugar de la suya. Dinámicas que «desgastan» la democracia y «erosionan» el Estado de derecho, han enardecido un clima de crispación, insólito e inquietante, han surgido amenazas de muerte por parte de algunos desalmados, sectarios extremistas a varios dirigentes políticos. Si parecía poco el melancólico grupo de militares retirados deseando la muerte de media España, ahora en estas elecciones, hasta en la sopa, se ha visto empañada en una espiral de amenazas a varios dirigentes políticos, con seis cartas intimidatorias en los últimos seis días, la mayoría de ellas con balas y cuchillo en su interior. Voté la Constitución, que ellos ni tenían edad para votar y la consideran deleznable.
Su narcisismo les ciega, sin saber que lo peor de la crispación está en el momento que se hace ciudadana, indigna a toda una sociedad y de paso da pie a esos cobardes radicales, donde infunden el miedo a través de sus cartas dirigidas con nombres y apellidos, pero sin remitente.