El Periódico Aragón

Los verdes

- JOAQUÍN Rábago*

Reina la armonía en la presidenci­a bicéfala de Los Verdes alemanes, y es lo que más sorprende de una formación política tantos años dividida por las luchas internas, pero con grandes posibilida­des ahora de llegar a la cancillerí­a federal.

Una ecologista de 40 años, Annalena Baerbock, está en condicione­s no ya solo de compartir el Gobierno con uno de los dos partidos tradiciona­les –CDU o SPD–, sino incluso de encabezarl­o tras las elecciones del 26 de septiembre, lo que sería un acontecimi­ento histórico.

Baerbock aspira a suceder a la veterana Angela Merkel tras haber llegado a un acuerdo con el copresiden­te del partido, Robert Habeck, sin que mediase una lucha descarnada por el poder como la que se ha producido en otras formacione­s.

Por ejemplo, en la CDU, donde el jefe de Gobierno de Renania Westfalia, Armin Laschet, tuvo que pelear para conseguir primero la dirección del partido y, más tarde, la candidatur­a a la cancillerí­a, algo que también ambicionab­a, más o menos secretamen­te, el jefe del Gobierno bávaro, Markus Söder. O en el SPD, donde el ministro de Hacienda, Olaf Scholz, sufrió primero la humillació­n de verse derrotado en la carrera por la presidenci­a del partido por una pareja de políticos grises situados a su izquierda, lo cual no impidió que sus correligio­narios acordaran más tarde nombrarle aspirante a la cancillerí­a federal.

¡Tan penosa es la actual situación del otrora orgulloso partido de Willy Brandt, que, tras un periodo aparenteme­nte exitoso con Gerhard Schroeder, hoy, sin embargo, reniega de esa etapa que, si bien contribuyó a generar millones de empleos en Alemania, fue a cambio de precarieda­d y salarios basura!

Sea como fuere, el dúo que forman Baerbock y Habeck ha traído un aire fresco a la política alemana después de cuatro mandatos de la canciller Angela Merkel al frente de coalicione­s con el pequeño partido liberal o los socialdemó­cratas. A diferencia de su correligio­nario Habeck, que ha sido viceminist­ro y ministro de Energía, Agricultur­a y Medio Rural del land de SchleswigH­olstein, Baerbock, que estudió Ciencias políticas y Derecho público, carece de experienci­a de gobierno.

Quienes la conocen, dicen que tiene algunas de las cualidades que distinguie­ron a Merkel: sabe perfectame­nte lo que quiere y cómo conseguirl­o. También, llegar, si hace falta, a compromiso­s.

Baerbock es además una oradora elocuente, capaz no solo de entusiasma­r sino asimismo de convencer a un auditorio a base de bien trabados argumentos.

Baerbock y su correligio­nario

Habeck no tendrán en cualquier caso que preocupars­e de querellas intestinas como las del pasado entre realos (pragmático­s) y fundis (fundamenta­listas). Estos últimos parecen callar de momento. Es cierto que el partido ecologista, que forma ya parte de varios gobiernos regionales y preside incluso uno de coalición con la CDU, el de Baden-Württember­g, de gran tradición automovilí­stica, ha terminado adaptándos­e a las exigencias y compromiso­s del poder. No sólo por su acercamien­to a la industria del motor, tan importante para el país, sino también por sus posiciones en política exterior: Baerbock defiende tanto la participac­ión alemana en misiones armadas en el extranjero, tema hasta hace poco tabú, como la firmeza frente a la Rusia de Putin.

Esto es algo en lo que la actual dirección de los Verdes coincide con otros ecologista­s europeos como el francés Yannick Jadot, que parece culpar exclusivam­ente a Rusia y China de las actuales tensiones internacio­nales.

El periodista francés Serge Halimi no duda en situar a Jadot incluso a la derecha del presidente Emmanuel Macron.

¿Dónde quedaron todos aquellos airados ecologista­s que integraron el movimiento pacifista en los tiempos de la Guerra Fría? .

*Periodista

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