Brea se pone las botas
El club zaragozano irrumpe en la historia tras ascender a la cuarta categoría nacional La gesta devuelve la sonrisa a una comarca destrozada por el impacto de la crisis en el calzado
Raúl Jardiel lleva a un municipio de 1.600 habitantes a Segunda RFEF: «La realidad es mejor que el sueño»
«La mitad de las fábricas de calzado ha cerrado y esto es un balón de oxígeno», asegura el alcalde
Faltaba menos de un cuarto de hora cuando Rotellar desató la locura en Piedrabuena. Su tanto al Huesca B, rematando a placer un centro medido desde la derecha, ponía patas arriba Brea y una comarca entera destrozada por una implacable crisis que se ha llevado por delante a la mitad de las fábricas de calzado de la zona, el motor económico sobre el que gira una localidad a la que el fútbol ha devuelto la sonrisa. El zapato sufre, pero, hoy, Brea se pone las botas con un atracón de gozo provocado por un logro histórico: el ascenso a la Segunda B de siempre y la Segunda RFEF futura. Brea ya era el segundo pueblo más pequeño, después de Robres, en tener equipo en Tercera, pero, ahora, sus poco más de 1.500 habitantes disfrutarán del cuarto escalón del fútbol nacional. Casi nada.
«Hasta hace unas semanas ni siquiera me había atrevido a soñarlo. Estaba centrado en sacar lo mejor del equipo, aunque cuando ganamos en Pinilla al Teruel empecé a pensar en lo bonito que sería lograrlo y cómo lo disfrutaría. Pero la realidad es mejor incluso que el sueño», admite Raúl Jardiel, el hombre milagro y el gran responsable de que Brea se sienta más grande que nunca. «Hemos ascendido por la directiva, que lleva trabajando muy bien durante años, por un pueblo que vive su equipo y lo disfruta, y por un equipo que es un grupo humano magnífico que ha sabido superar cada obstáculo y que ha convivido muy bien con la victoria. Con todo eso, para el entrenador con no molestar es suficiente».
Pero Jardiel, que ya convirtió al Brea en el equipo revelación la pasada temporada, ha ejercido de guía de un equipo que ha irrumpido de lleno en la historia del fútbol aragonés. «Hemos dado un paso más allá. Es el triunfo de un club modesto y eso siempre es bueno para el fútbol». Ya habrá tiempo de hablar de futuro. «Somos conscientes de la que hemos liado y ahora hay que disfrutar. Sé que la directiva está contenta y yo también, pero hay que estar tranquilos. Habrá tiempo para hablar», expone mientras saborea la última de las numerosas felicitaciones recibidas, la de Gil Sevilla, un clásico del fútbol de la comunidad, antiguo entrenador del Brea y padre de Richi Gil, técnico del Cuarte y el primero que ascendió al Brea a Tercera.
Cuando el árbitro señaló el camino a la gloria, Piedrabuena estalló. Por un instante, el virus, las penurias económicas y el sufrimiento quedaron sepultados por la alegría. «Era algo impensable, un logro histórico que premia el trabajo bien hecho del equipo y el club», subraya Raúl García, el alcalde de Brea, y testigo directo de la conquista, aunque fuera de un palco que ya estaba abarrotado cuando llegó. «Mejor. Así estuve rodeado de la afición. Sus caras rebosaban alegría y satisfacción tras haberlo pasado tan mal. Esto es un balón de oxígeno para seguir adelante después de una situación económica muy mala, con el cierre de fábricas de calzado. Nos ha matado esto», afirma.
Claro que el ascenso también obligará al consistorio a realizar un esfuerzo económico para dotar al club de todo lo necesario para competir en la nueva categoría. «Las instalaciones ya están bastante bien pero cuando entramos al ayuntamiento se caían. Asumimos ya un tercer vestuario, hay dos campos de entrenamiento, el bar es nuevo y hay asientos en toda la grada. Queda cambiar los focos y, si no llega la subvención que hemos pedido habrá que preparar 30.000 o 40.000 euros». Pero vale la pena, asegura el alcalde. «Los ayuntamientos estamos para dar servicio al pueblo. Además, seguro que el ascenso tendrá un impacto económico y mediático y vendrá gente a conocer la zona».