Las escaleras de Caligrama
El esfuerzo que exigieron las de mayor complejidad se veía recompensado con la sorpresa de un hallazgo inesperado. «No pensamos demasiado en las escaleras», escribió Perec; pero, cómo olvidar las de Pata Gallo y Caligrama. Las recuerda Ángel Petisme: «Si tuviese que hacer una fotografía de aquel tiempo maravilloso y vertiginoso en que nos fuimos bebiendo las vanguardias y educando los sueños, si tuviese que quedarme con una imagen de aquellos días de transgresiones del siglo XX, sin duda serán aquellas escaleras de Pata Gallo y Caligrama, donde desnudos, como en el cuadro de Duchamp, fuimos descendiendo y contagiándonos del ímpetu, la fuerza y el espíritu de rompehielos de las dos galerías y de Sergio Abraín». La ciudad hizo suyas las escaleras de Pata Gallo (abril 1979-marzo 1980), que antes habían sido las de la galería Prisma; y sin tiempo para olvidar el proyecto de Pata Gallo, se inauguró Caligrama a fines de diciembre de 1982 en el local de Atenas, situado en la calle La Paz nº 7, activando así las escaleras de la mítica galería que bajo la dirección de Federico Torralba y Antonio Fortún mostró en Zaragoza, entre diciembre de 1971 y junio de 1979, las últimas tendencias del arte en España.
Romper con la atonía de la ciudad fue el propósito que animó a Concha Orduna y Sergio Abraín a montar la galería Pata Gallo, un proyecto que a pesar de su breve trayectoria de apenas un año logró convertirse en referente para Zaragoza. El 28 de diciembre de 1982 se inauguró Caligrama con una exposición colectiva de dibujos realizados por artistas aragoneses. «Es bueno muy bue
Las escaleras definieron el espacio de la mayoría de galerías de arte de Zaragoza. Lejos de ser un obstáculo funcionaron como un intervalo de tránsito que conducía de la calle a la sala de exposiciones. Las más sencillas, de apenas unos escalones, permitían contemplar desde la entrada el contenido del proyecto que se presentaba.