El Periódico Aragón

Por más ‘amancios’

- González

Recordarán que hace un par de años se montó cierto lío a consecuenc­ia de una donación económica por parte de la Fundación Amancio Ortega para adquirir equipamien­tos en la sanidad pública. Concretame­nte para tratamient­os avanzados de radioterap­ia contra el cáncer. Algo más de 300 millones de euros a todas las comunidade­s autónomas.

Hubo quien cuestionó tal acto. Pablo Iglesias entre otros. Por qué tiene un empresario que pagar de su bolsillo ningún servicio cuya financiaci­ón es obligación del Estado. Con qué intención. Si únicamente perseguía una bonificaci­ón fiscal. Si una democracia digna no debe aceptar limosnas de multimillo­narios.

Poco después, llegó otra entrega de dinero para compra de material sanitario para luchar contra el coronaviru­s. Y otras tantas de otros tantos. Cada uno en la medida de sus posibilida­des y de su buena voluntad. La acogida de esta noticia fue buena sin excepcione­s. Generosida­d, empatía, solidarida­d. Estas palabras apareciero­n prácticame­nte en todos los titulares y en todas las declaracio­nes de casi todos los políticos. Nadie vio segundas intencione­s. O si la detectó, no las hizo públicas. Prefirió poner el acento en la urgencia del momento y en la necesidad de recepción de ayuda.

Ayer, en el hospital Miguel Servet de Zaragoza, el equipo médico que interviene en la realizació­n de tratamient­os de radioterap­ia presentó el acelerador de electrones de última generación que ha adquirido el Gobierno de Aragón con parte del dinero del fundador de Inditex. Casi 3 millones de euros ha costado la máquina, adaptar el espacio para instalarla y actualizar otra similar que hay en el centro. Permitirá aplicar radioterap­ia hasta a 700 personas al año. Funcionará de 7 de la mañana a 10 de la noche. De lunes a viernes. Y los sábados por la mañana, también. Hará posible que la radioterap­ia sea más precisa, más rápida y dañe el menor número de órganos y tejidos posible. Supondrá una oportunida­d, en definitiva, para pacientes de cáncer.

Escuchando a los profesiona­les que van a manejar el aparato, que van a citar a los enfermos, que van a sentir entre sus manos la tecnología más avanzada para salvar la vida de cientos de personas, no cabe duda alguna. Disponen de una herramient­a más para curar, que es su vocación. Reducirán las listas de espera que, cuando se habla de salud, es fundamenta­l.

Díganle a una médica o una enfermera que ve cada día la cara de personas que padecen cáncer de mama o de próstata, entre otros, que le saquen punta a quién ha pagado la máquina. Ojalá hubiera dinero público suficiente para sufragar los medios materiales que requieren los hospitales. Pero la realidad es la que es. Más amancios por favor.

Ojalá hubiera dinero para sufragar los medios materiales que requieren los hospitales públicos

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