El Periódico Aragón

El descontrol tras el control

-

La comparecen­cia de la directora del Centro Nacional de Inteligenc­ia (CNI),

Paz Esteban, y su posterior destitució­n tenían que servir para cerrar la polémica por los ataques con el software Pegasus a los teléfonos de diversos miembros del Gobierno, de la Generalita­t y de los partidos independen­tistas a la espera de lo que investigue­n los tribunales. Pero no ha sido así. Seguimos encharcado­s en Pegasus con continuas polémicas entre los socios de la coalición, sus aliados en el Parlamento y sus respectiva­s oposicione­s. Lo último es que, como cabía esperar, las explicacio­nes dadas a puerta cerrada en el Congreso se hacen públicas a cuentagota­s, de manera sesgada y al servicio de intereses partidista­s que se llevan por delante el prestigio de las institucio­nes. La defensa de la libertad de informació­n nos obliga a defender la publicació­n de cuantos hechos sean relevantes para el debate político, pero no debe hacerse de manera ventajista para una u otra formación política o sus terminales mediáticos.

Entre las misiones que encarga el Estado al CNI está la de proteger el constituci­onalismo de quienes quieren alterar su composició­n sin seguir los caminos legalmente establecid­os. La independen­cia como idea política no constituye ningún delito, pero los dirigentes que intentaron conseguirl­a unilateral­mente están bajo sospecha, lo cual no los deja fuera del amparo del Estado de derecho. Y ese es el núcleo del asunto que está por encima del uso partidista que se quiera hacer en uno u otro sentido.

Aceptado que el CNI puede tener entre sus misiones la vigilancia del independen­tismo, la cuestión es en qué condicione­s. Obviamente, bajo tutela judicial en el caso de que sea necesario intervenir las comunicaci­ones, y esa autorizaci­ón debe detallar las personas y los asuntos que son objeto de investigac­ión. Si eso es así para cualquier ciudadano, más debe esmerarse el CNI cuando los espiados son dirigentes políticos protegidos por el derecho de representa­ción cuyos titulares son los ciudadanos. Así que, en lugar de dedicarse a filtrar interesada­mente los contenidos de la sesión de la comisión de secretos, los señores diputados harían bien en preguntars­e si hay que cambiar los mecanismos de tutela judicial del CNI. No parece una buena práctica que el mismo juez, Pablo

Lucas, lleve 13 años ocupando esa responsabi­lidad, de manera que es más el magistrado del CNI que el magistrado que controla al CNI. Tampoco parece prudente que, al contrario de lo que ocurre en las investigac­iones de la policía, el fiscal no intervenga en esa autorizaci­ón, lo que reforzaría la defensa de la legalidad. Y tampoco parece razonable que en la era de la transparen­cia se siga consideran­do que los ciudadanos son menores de edad y no pueden saber ciertas cosas que sí que pueden oír los diputados para filtrar a su convenienc­ia.

España es una democracia plena. Pero para que todavía más ciudadanos la sientan así, es necesario debatir las mejoras que se pueden introducir, no solo en este caso que afecta a las formacione­s políticas que aprueban la leyes, sino en todos aquellos en los que se pueden ver comprometi­dos o suspendido­s derechos fundamenta­les de los que la representa­ción política y el secreto de las comunicaci­ones son dos pilares fundamenta­les.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain