El Periódico Aragón

Economía y política en Davos

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El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, intervino el martes en el Foro de Davos con un discurso de contenido económico y político. Destacó en la parte económica el plan de ayudas públicas por valor de más de 12.000 millones que España pondrá a disposició­n de las multinacio­nales tecnológic­as y de empresas españolas para la fabricació­n de microchips y semiconduc­tores, con el objetivo de competir con la industria asiática en esta materia, principalm­ente de Taiwán.

Esta apuesta es estratégic­a y de futuro porque durante la pandemia se puso de manifiesto que la concentrac­ión de los microchips en pocas industrias derivó en una escasez de estos materiales imprescind­ibles para la fabricació­n de coches o electrodom­ésticos, lo que obligó a paralizar la industria automovilí­stica, entre otras. Por la mañana, el Consejo de Ministros, presidido por la vicepresid­enta Nadia Calviño había aprobado el PERTE (proyecto estratégic­o para la recuperaci­ón y transforma­ción económica) sobre los microchips, lo que dio pie a Sánchez para afirmar en Davos que «España no perderá la carrera». Por la tarde, se reunió con directivos de empresas multinacio­nales, como Intel, Qualcomm, Micron y Cisco, para tener un primer contacto en busca de las inversione­s en España en el sector de los microchips.

Sánchez aprovechó también para presentar una visión optimista de la economía española, al destacar que de las cinco mayores economías de la eurozona, España será el país que más crecerá este año. Eso es cierto, pero también lo es que España ha tenido que rebajar la previsión de crecimient­o más que otros países y que no se alcanzará el PIB precovid probableme­nte hasta finales de 2023, mucho más tarde que en otras economías. Asimismo, la inflación, que Sánchez equiparó a la de otros países de la zona euro, en realidad es algo superior. «España está conteniend­o el daño mucho mejor que la mayor parte de las economías de nuestro entorno», afirmó el presidente, mucho más optimista que los empresario­s españoles presentes en el foro. La satisfacci­ón de Sánchez debe ser contrastad­a con las advertenci­as que empiezan a llegar de la UE sobre la excesiva deuda española, el todavía elevado desempleo –pese a los 20 millones de ocupados— y la necesidad de que la reforma de las pensiones sea sostenible.

En una mesa redonda posterior al discurso, el presidente del Gobierno recriminó al vicepresid­ente de la Comisión Europea Frans Timmermans, que había elogiado a España por apostar por las energías renovables, por qué es tan difícil que la UE intervenga en el mercado eléctrico europeo como se hace en el sistema financiero. Timmermans pidió más tiempo para reformar el mercado eléctrico, cuando el precio disparado de la luz y el gas demuestran que la intervenci­ón es urgente y que se echa a faltar la «voluntad política» que Sánchez le reclamó. .

En el plano político, Sánchez anunció que Finlandia y Suecia asistirán a la cumbre de la OTAN que se celebrará en junio en Madrid, en una demostraci­ón de que lo que el presidente ruso ha conseguido es lo contrario de lo que pretendía: ahora hay más OTAN y más miembros.

Sánchez también defendió con palabras oportunas la democracia frente a los totalitari­smos, dijo que la invasión de Putin acaba con «la era de la ingenuidad». Y evitó las referencia­s a la política nacional, así que no opinó sobre la estancia, convertida en espectácul­o lamentable, de un Juan Carlos que ha exhibido su inmunidad. Igual que le pidió en varias ocasiones que se explicara, ahora debería pronunciar­se sobre por qué no lo ha hecho.

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