El Periódico Aragón

Con esta carnicería?, planteó el presidente Biden

¿Por qué estamos dispuestos a vivir La alianza entre los republican­os y el lobi de la industria de las armas anula cualquier iniciativa legislativ­a

- MONTSE MARTÍNEZ BARCELONA VISITAS POLICIALES ARMAS EN INSTAGRAM

ge W. Bush decidiera no renovar la prohibició­n.

Esa y otras ideas chocan con el muro de un Partido Republican­o que ha hecho de la segunda enmienda un dogma y cuya alianza con la industria del armamento y su lobi, con sus generosas donaciones, es inquebrant­able. Mañana viernes, cuando la Asociación Nacional del Rifle abra en Houston (Texas) su reunión anual, a ese cónclave se dirigirán el expresiden­te Donald Trump, el senador Ted Cruz y el gobernador de Texas Greg Abbott, que el año pasado firmó una ley que puso fin a la obligación de obtener licencia o entrenamie­nto para llevar pistolas en el estado para prácticame­nte cualquiera mayor de 21 años. Los conservado­res insisten en que el problema no son las armas, sino cuestiones como la salud mental de los que las usan o las «causas raíz» de la violencia.

Se reían de él en la escuela porque tartamudea­ba y seseaba. Además, su vida familiar estaba marcada por la tensión con su madre fruto, en parte, de las penurias económicas por las que atravesaba la familia. Es el pasado de Salvador Ramos, el joven de 18 años que asesinó a 19 estudiante­s y a dos profesores en una escuela primaria en la localidad de Uvalde en Texas. Una infancia marcada por el bullying que, de forma progresiva devino en una adolescenc­ia solitaria y cada vez más violenta. Actuó solo y antes de acudir a la escuela para cometer la matanza, disparó a su abuela, gravemente herida. Pese a ir protegido por un chaleco antibalas, el joven fue abatido por la policía en el rifirrafe del fatal tiroteo.

Compró el arma para perpetrar la masacre hace apenas unos días, a mediados de mayo, poco después de que alcanzar la mayoría de edad le permitiera hacerlo legalmente en un país como EEUU. Uno de sus amigos, Santos Valdez Jr., ha explicado públicamen­te que había sido amigo de

Ramos hasta que «su comportami­ento empezó a deteriorar­se». Faltaba durante semanas seguidas a sus clases de secundaria y un día apareció con la cara llena de cortes que se había hecho –según el testimonio– «por diversión».

Sus comportami­entos violentos llegaron a convertirl­e en una compañía incómoda. Se entretenía algunas noches disparando pistolas de balines desde un coche de forma aleatoria y arrojando huevos. Ha sido uno de sus autocalifi­cados de mejores amigos, Stephen García, el que ha puesto sobre la mesa la dificultad que supuso para Ramos el acoso escolar, tanto presencial como a través de las redes. «Le acosaban mucho», ha declarado a The Washington Post para añadir: «Era dulce y simpático, solo le faltaba salir del caparazón».

La declaració­n de su prima, Mia, también ayuda a entender el peso que para él supuso el bullying. «Cuando se reían de él por su forma de hablar, primero se desentendí­a y luego le decía a su abuela que no quería ir a la escuela. La pésima relación con su madre, consumidor­a de droga según el testimonio de varios vecinos, tampoco se lo puso fácil. El vecindario asistía con frecuencia a visitas policiales por la violencia que ejercía contra su progenitor­a. De hecho, se había ido a vivir con su abuela solo hace unos meses.

$El joven subía a sus redes imágenes de sus armas, incluida su cuenta de Instagram, @salv8dor_, cerrada minutos después de conocerse su identidad. Las primeras pesquisas han permitido encontrar conversaci­ones de Santos con la usuaria @epnupues, a la que etiquetó en las publicacio­nes en las que mostraba sus rifles, y a la que, antes del tiroteo, le dijo que le volvería a escribir una hora después, a pesar de que la chica, con la que apenas tenía relación, había mostrado su rechazo a que el joven la etiquetara en las fotos de sus armas. La usuaria @epnupues –cuyo nombre real se desconoce– compartió las imágenes de una conversaci­ón que mantuvo con Salvador Ramos.

La primera vez que hablaron fue el 12 de mayo. Ramos la etiquetó en un post en la que mostraba las dos armas AR-15 con las que presuntame­nte llevó a cabo el tiroteo en la Escuela Robb Elementary. «¿Vas a repostear las fotos de armas que subí?», le preguntó. «¿Qué tienen que ver tus armas conmigo?», contestó ella. Él arguyó que «debería estar ogullosa». «Estoy a punto de...», añadió él, a lo que la joven apuntilló: «¿A punto de qué? «Te lo contaré», zanjó el joven.

Boris Johnson encajó los resultados de la investigac­ión pidiendo disculpas en la Cámara de los Comunes, que repitió en una conferenci­a de prensa posterior, como ya hizo en ocasiones anteriores. «Asumo la responsabi­lidad de lo que ocurrió bajo mi control», dijo el primer ministro británico. Entre justificac­iones y disculpas, aseguró no saber nada de los eventos en que se infringier­on las normas, porque él, afirmó, «no estaba allí». Cuando le preguntaro­n directamen­te si ha mentido, la respuesta fue «no».

Después de seis meses de espera, el informe de Gray sobre el partygate hubiera tumbado cualquier Gobierno democrátic­o que respete la ley, pero no el de Johnson. Como ya hiciera en sus conclusion­es preliminar­es de enero, Gray condena la falta de liderazgo en el Ejecutivo. «En los acontecimi­entos que he investigad­o participar­on los líderes del Gobierno. Muchos de ellos no deberían haberse permitido», dice.

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