Alcaraz avanza tras salvar una bola de partido contra Ramos
Nadal vence sin demasiados problemas a Moutet, en el que es su triunfo 300 en Grand Slam
Carlos Alcaraz superó con dificultades la segunda ronda de Roland Garros ante el también español Albert Ramos, que dispuso de una bola de partido y acabó derrotado por 6-1, 6-7 (7), 5-7, 7-6 (2) y 6-4, en 4 horas y 34 minutos. En un vibrante partido, el cabeza de serie número 6 se vio obligado a emplearse a fondo y remontar para seguir adelante en un torneo donde es uno de los principales candidatos para la victoria final. Por su parte, Rafael Nadal se impuso en partido nocturno al francés Corentin Moutet, 6-3, 6-1 y 6-4 en 2 horas y 9 minutos, en el que es su triunfo 300 en Grand Slam.
«Gracias al público, me he sentido como en casa», clamó Alcaraz, que respiraba acelerado como quien se había salvado de un susto mayúsculo. Nada hacía presagiar el escenario que se produjo cuando el partido comenzó y en menos de media hora Alcaraz se había apuntado el primer set. Pero seguro que, cuando dentro de muchos años eche la vista atrás para repasar su carrera, recordará esta cita como una de las que forjaron su carácter. Porque tras ese parcial, Alcaraz estuvo empantanado en la trampa que le tendió Ramos, que le colocó ante un laberinto.
El número 44 del ranking, de 34 años, dio una lección estratégica con la que domesticó la potencia del sexto del mundo, de 19, qal que se le considera uno de los principales candidatos al título. No encontraba la salida el tenista que ha marcado el inicio de temporada por su precocidad y su potencia, que le han llevado a apuntarse dos Masters 1.000, el de Miami y el de Madrid, además de los torneos de Río de Janeiro y Barcelona.
Alcaraz, que ha demostrado estar acostumbrado a codearse con los grandes, que ha derrotado a Djokovic y a Nadal esta temporada, se enredó ante un tenista que tiene en el pasado sus mejores gestas. El murciano tenía 13 años cuando Ramos alcanzaba los cuartos en Roland Garros, su mayor hazaña junto a la final que jugó en Montecarlo el año siguiente, una de las siete que ha disputado.
Toda la experiencia adquirida la puso al servicio de la victoria en una pista hostil, la Simone Mathieu, la tercera en importancia del complejo, que coreaba «¡Carlos, Carlos!» en señal de respeto para su nuevo héroe, aire fresco en un circuito anquilosado.
La veteranía de Ramos, un tenista que hace poco ruido, sirvió para aislarse de esos contratiempos y proseguir por la senda marcada, hacer correr a su rival, impedirle que cargara su brazo de pólvora, llevarle al límite para empujarle al fallo. Los errores no forzados se fueron acumulando, a medida que la paciencia de Alcaraz parecía agotarse. El superdotado escondido en un cuerpo de 19 años dejó aparecer al adolescente y el miedo asomó en su mirada y sus gestos de desesperación. Así se escapó la segunda manga, una obra de arte de tenis de arcilla de Ramos, y duró la lección toda la primera parte del tercero, solo detenida por golpes puntuales de genio de Alcaraz, que no pudo evitar dejar escapar el parcial.
El duelo se igualó en el cuarto, cuando el cansancio desafinó la puntería de Ramos, pero el catalán, astuto, sorprendió en el noveno, arrebató el servicio a su rival y se colocó en situación de cerrar el partido con su servicio. Dispuso de una bola de partido, que Alcaraz salvó. El murciano se restableció y se adjudicó el cuarto por 7-6 y el quinto por 6-4.