Las sectas aprovechan la pandemia para captar adeptos
El mayor experto del país avisa de que existen decenas en España
Las sectas han aprovechado la época más difícil de la pandemia para crecer. Es lo que cree el mayor experto de España en estos grupos, Luis Santamaría del Río, que entre la maraña de organizaciones que beben de la teosofía y del movimiento new age pone el acento en las sectas gnósticas. En Galicia, por ejemplo, tienen el triste recuerdo de la madre que mató a su bebé en un hotel de Santiago en 2015. Él y su marido asistieron al XXII Congreso Gnóstico Internacional de Antropología en Santiago, y expertos en sectas consideran que esa organización influyó en la madre homicida, a la que se aplicó la eximente de enajenación mental. Hay una decena de sectas gnósticas distribuidas por España, estima este especialista.
Santamaría sostiene que hubo un «repliegue forzoso motivado por la pandemia», lo que trasladó al terreno virtual (redes sociales) la actividad de las gnósticas. Es mucho más fácil engañar a la gente que sufre: «Aprovecharon el momento de gran vulnerabilidad social y personal, el ambiente de miedo, incertidumbre, enfermedad y muerte [por el covid] para atraer adeptos, y creo que lo han conseguido», denuncia el experto.
El método de captación son las conferencias y cursos gratuitos que organizan todos los meses, a menudo utilizando salas que les ceden los ayuntamientos. Algunos de los temas que plantean son la meditación y el autoconocimiento, aparentemente inocuos. Además, estos grupos gnósticos están legalizados como asociaciones en el Ministerio del Interior y tienen una fachada de asociación cultural que ofrece una formación en cuestiones que no se abordan en el mundo académico, según ellos, y acaban enganchando a algunos de esos curiosos que acuden a sus charlas.
Una de las técnicas que utilizan para captar a los adeptos es la del love bombing o bombardeo de amor, que funciona mejor si las personas sufren algún tipo de padecimiento personal, como tristeza, enfermedad, depresión o aislamiento social. según Cervantes, pero «puede que sean más de 1.000, ya que muchos no se diagnostican y en otros desaparecen los síntomas», señala.
El doctor explicó a Efe que esta enfermedad se manifiesta en dos fases, una inicial muy infecciosa y una posterior con afectaciones más graves, aunque hay casos en los que la enfermedad desaparece sin ser tratada antes de llegar a complicarse. «En la fase inicial pueden darse fiebre y malestar y aparecer manchas en la piel, por lo que se puede diagnosticar fácilmente un Lyme», mientras que «la afectación al cabo de semanas o meses puede ser en el corazón o en el cerebro, con arritmias, parálisis facial y pérdida de memoria o sensibilidad», detalló.
Una parte de los enfermos presenta manifestaciones crónicas de Lyme leves, pero muy molestas, como cansancio, artromialgias o dolores óseos, que no les dejan hacer vida normal. Esta enfermedad se descubrió en los años 80 por un investigador suizo que trabajaba en Estados Unidos y que debe su nombre pueblo de Lyme, donde surgieron los primeros casos.