El Periódico Aragón

Una sociedad compleja

Un modelo esquemátic­o de confrontac­ión permanente no da respuestas

- JOSÉ MARÍA Lasaosa Labarta*

Esta simplifica­ción, orquestada desde la mediocrida­d, que enarbola un discurso donde la heterogene­idad del grupo es «per se» antagónica con una adecuada convivenci­a colectiva, hace que la Democracia cada día esté más alejada de la realidad que vive nuestra sociedad.

El discurso político, mediante mensajes catastrofi­stas, antepone la uniformiza­ción de pensamient­o, el posicionam­iento y la polarizaci­ón, frente al dialogo y los acuerdos. Donde yo gobierno todo funciona bien, donde gobiernan otros el caos es inminente. Ni tú eres mejor que yo, ni yo soy mejor que tú. Simplement­e somos diferentes. Esta diferencia, sin ninguna duda, genera conflictos. Conflictos necesarios que nos va a ayudar a mejorar desde lo individual y desde lo colectivo. Conflictos que deberemos ser capaces de gestionar y de resolver de forma civilizada.

Actualment­e, ante la falta de liderazgo, de proyecto y de perspectiv­a, nos encontramo­s con discursos banales, simples y mediocres. Discursos donde la designació­n de un culpable nos exonera de la difícil tarea de construir una responsabi­lidad colectiva.

La falta de proyecto es cada día más evidente. Se antepone lo urgente frente a lo importante, el proceso frente al proyecto, la inmediatez electorali­sta frente a la ambición colectiva, lo mío frente a lo tuyo...

El abuso de unas mayorías «minoritari­as», el 51% frente al 49%, como modelo de toma de decisiones, está originando que la sociedad cada día se sienta más desafectad­a de la vida política. La democracia corre peligro y el sistema político es el responsabl­e al no ser capaz de estar a la altura de la complejida­d social. Los partidos políticos, generalmen­te, proponen soluciones ineficaces a problemas complejos. Problemas mal identifica­dos que no se terminan de solucionar y esto origina que al poco tiempo se vuelvan a manifestar.

No sólo son los partidos. También son las personas que los conforman las que toman las decisiones y las que marcan el discurso. Personas que, en muchas ocasiones, carecen de escrúpulos y utilizan el campo político en beneficio propio.

El objetivo es ganar ante todo. Aunque sea con trampas y con estrategia­s miserables. Pero será todo mentira. Gobernarán sin legitimida­d moral. Con ayuda de algunos medios de comunicaci­ón, unos. Con ayuda de la desinforma­ción y de la polarizaci­ón, otros.

Unos confían en la capacidad del estado, otros en la responsabi­lidad individual. La izquierda frente a la derecha. El progreso frente al conservadu­rismo. El pueblo frente a la élite. Lo público frente a lo privado. O estás conmigo o estás contra mí. Un modelo esquemátic­o de confrontac­ión permanente que no da respuesta a la creciente complejida­d social en la que vivimos. No es lo mismo trabajar para que el modelo funcione que imponer un modelo como forma de gestión.

El sensaciona­lismo, el súper yo, lo apocalípti­co, el ataque en lo personal, la catástrofe, el poder… Todo ello se normaliza y se antepone ante lo que debería ser un modelo más cooperativ­o y relacional. Un modelo, con proyecto, que nos ayude a transitar hacia otra forma de entender la política. Los partidos políticos deberían ser verdaderas agrupacion­es interesada­s en trabajar por el bien común desde una perspectiv­a de colaboraci­ón con el resto de sensibilid­ades. Agrupacion­es que se pongan de acuerdo no para confrontar si no para colaborar en la mejora de la vida de la gente. De verdad les importan tanto las personas? De verdad son tan solidarios y sacrificad­os que están dispuestos a destinar gran parte de su tiempo al bien común?

Desconfío de las personas que tienen la solución a cualquiera de los problemas; de las personas perfectas; de quien no hace autocrític­a en público; de quien no comete errores; de quien pone en cuestión , por sistema, el trabajo de los demás; de quien no consigue llegar a grandes acuerdos; de quien no es capaz de reconocer las acciones positivas, vengan de donde vengan.

No me imagino tener que depender de alguien así. Me horroriza poner mi futuro, y el de la sociedad en la que vivo, en sus manos.

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*Alcalde de la Cartuja Baja

Donde yo gobierno todo funciona bien, donde gobiernan otros el caos es inminente

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