Una sociedad compleja
Un modelo esquemático de confrontación permanente no da respuestas
Esta simplificación, orquestada desde la mediocridad, que enarbola un discurso donde la heterogeneidad del grupo es «per se» antagónica con una adecuada convivencia colectiva, hace que la Democracia cada día esté más alejada de la realidad que vive nuestra sociedad.
El discurso político, mediante mensajes catastrofistas, antepone la uniformización de pensamiento, el posicionamiento y la polarización, frente al dialogo y los acuerdos. Donde yo gobierno todo funciona bien, donde gobiernan otros el caos es inminente. Ni tú eres mejor que yo, ni yo soy mejor que tú. Simplemente somos diferentes. Esta diferencia, sin ninguna duda, genera conflictos. Conflictos necesarios que nos va a ayudar a mejorar desde lo individual y desde lo colectivo. Conflictos que deberemos ser capaces de gestionar y de resolver de forma civilizada.
Actualmente, ante la falta de liderazgo, de proyecto y de perspectiva, nos encontramos con discursos banales, simples y mediocres. Discursos donde la designación de un culpable nos exonera de la difícil tarea de construir una responsabilidad colectiva.
La falta de proyecto es cada día más evidente. Se antepone lo urgente frente a lo importante, el proceso frente al proyecto, la inmediatez electoralista frente a la ambición colectiva, lo mío frente a lo tuyo...
El abuso de unas mayorías «minoritarias», el 51% frente al 49%, como modelo de toma de decisiones, está originando que la sociedad cada día se sienta más desafectada de la vida política. La democracia corre peligro y el sistema político es el responsable al no ser capaz de estar a la altura de la complejidad social. Los partidos políticos, generalmente, proponen soluciones ineficaces a problemas complejos. Problemas mal identificados que no se terminan de solucionar y esto origina que al poco tiempo se vuelvan a manifestar.
No sólo son los partidos. También son las personas que los conforman las que toman las decisiones y las que marcan el discurso. Personas que, en muchas ocasiones, carecen de escrúpulos y utilizan el campo político en beneficio propio.
El objetivo es ganar ante todo. Aunque sea con trampas y con estrategias miserables. Pero será todo mentira. Gobernarán sin legitimidad moral. Con ayuda de algunos medios de comunicación, unos. Con ayuda de la desinformación y de la polarización, otros.
Unos confían en la capacidad del estado, otros en la responsabilidad individual. La izquierda frente a la derecha. El progreso frente al conservadurismo. El pueblo frente a la élite. Lo público frente a lo privado. O estás conmigo o estás contra mí. Un modelo esquemático de confrontación permanente que no da respuesta a la creciente complejidad social en la que vivimos. No es lo mismo trabajar para que el modelo funcione que imponer un modelo como forma de gestión.
El sensacionalismo, el súper yo, lo apocalíptico, el ataque en lo personal, la catástrofe, el poder… Todo ello se normaliza y se antepone ante lo que debería ser un modelo más cooperativo y relacional. Un modelo, con proyecto, que nos ayude a transitar hacia otra forma de entender la política. Los partidos políticos deberían ser verdaderas agrupaciones interesadas en trabajar por el bien común desde una perspectiva de colaboración con el resto de sensibilidades. Agrupaciones que se pongan de acuerdo no para confrontar si no para colaborar en la mejora de la vida de la gente. De verdad les importan tanto las personas? De verdad son tan solidarios y sacrificados que están dispuestos a destinar gran parte de su tiempo al bien común?
Desconfío de las personas que tienen la solución a cualquiera de los problemas; de las personas perfectas; de quien no hace autocrítica en público; de quien no comete errores; de quien pone en cuestión , por sistema, el trabajo de los demás; de quien no consigue llegar a grandes acuerdos; de quien no es capaz de reconocer las acciones positivas, vengan de donde vengan.
No me imagino tener que depender de alguien así. Me horroriza poner mi futuro, y el de la sociedad en la que vivo, en sus manos.
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*Alcalde de la Cartuja Baja
Donde yo gobierno todo funciona bien, donde gobiernan otros el caos es inminente