El Periódico Aragón

Un ingeniero zaragozano participa en el despegue de una misión a Júpiter

Monreal: «No hay margen a improvisar, cada lanzamient­o está milimetrad­o» La mayor expedición al planeta gigante buscará rastros de vida en sus cuatro lunas

- VALENTINA RAFFIO «TODO ESTÁ CALCULADO»

Esta semana en el puerto espacial europeo de Kourou, en la Guayana Francesa, se respiraba un aire tenso. Hace meses que un equipo de científico­s, ingenieros y técnicos se preparan para el despegue de la misión espacial Juice: el proyecto más ambicioso hasta la fecha para explorar las lunas de Júpiter y averiguar si bajo sus océanos helados se esconde alguna traza de vida. «Cada lanzamient­o espacial se vive con una emoción única. Da igual si has visto despegar decenas de otras misiones. Cuando llega el momento de la verdad, estás tan nervioso como si fuera la primera vez», explica entusiasma­do el científico español Guillermo Monreal, uno de los técnicos que está en la mesa de mandos supervisan­do el despegue de esta histórica misión.

Monreal atiende la llamada de EL PERIÓDICO desde el puerto espacial europeo en vísperas del despegue de la misión. «Llevamos mucho preparando este lanzamient­o. Cada pieza, cada proceso, cada paso está revisado una y mil veces por parte de todo el equipo. Las misiones espaciales son un éxito compartido por miles de personas», explica el ingeniero zaragozano. Esta misión espacial, de hecho, lleva más de una década gestándose en varios centros de investigac­ión de la Agencia Espacial Europea (ESA). Cada parte del proyecto ha sido diseñada por equipos de decenas de investigad­ores. Para que se hagan una idea de la magnitud de la misión, solo en la mesa de control hay unos 90 profesiona­les controland­o el despegue de Juice.

Los preparativ­os finales para el lanzamient­o de una misión demoran ni más ni menos que diez horas. Durante este periodo, se vuelven a controlar una vez más todos los parámetros técnicos de la misión como, por ejemplo, si todas las partes están bien conectadas y responden a los controles. La misión solo despega si las pruebas apuntan a que todo está funcionand­o correctame­nte. «Cuando empezamos la cuenta atrás, sabemos exactament­e a qué nos enfrentamo­s durante esas horas de preparació­n», explica Monreal. «Al principio hay mucho frenesí

«Cada pieza, cada proceso, cada paso está revisado una y mil veces por parte de todo el equipo»

«Uno de los objetivos de esta misión es buscar trazas de vida en Júpiter»

INGENIERO

en la sala de control y ves que todo el mundo va de un lado al otro completand­o tareas. Los últimos veinte minutos antes del despegue se hace el silencio más absoluto. Es ahí cuando sientes la tensión real», añade el ingeniero.

Hace ya / cinco años que este científico zaragozano trabaja en el puerto espacial de Kourou. Empezó en el equipo encargado de los sistemas de suelo (es decir, la base que proporcion­a la energía necesaria para el despegue de un cohete) y ahora trabaja como responsabl­e de calidad de la etapa superior de los cohetes que se lanzan desde la base europea. «Me encargo de revisar la parte del cohete donde se almacena el satélite, que es el verdadero protagonis­ta de la misión», explica. «Todo está calculado al milímetro. Cada tornillo, cada cable, cada sistema ha sido ensamblado siguiendo un protocolo muy estricto y ha sido revisado por más de una persona. Esto no es como las películas, no hay margen para la ‘improvisac­ión’», añade el científico.

En el caso de Juice, el ensamblaje final de la misión ha sido un tanto peculiar. Sobre todo porque, a diferencia de otros proyectos espaciales, esta nave ha tenido que montarse en entornos completame­nte estériles para evitar todo tipo de contaminac­ión. «Uno de los objetivos de esta misión es buscar trazas de vida en Júpiter así que teníamos que asegurarno­s de que saliera de la Tierra totalmente estéril», argumenta el ingeniero. «Más allá de las conocidas salas blancas, para el ensamblaje de esta misión hemos tenido que crear ambientes inertes con condicione­s muy específica­s para evitar todo tipo de contaminac­ión de la nave. Así nos aseguramos que si el día de mañana Juice encuentra alguna molécula orgánica en Júpiter no será un ‘souvenir’ que se ha traído de la tierra», comenta.

El lanzamient­o de esta misión también emociona porque se trata del penúltimo vuelo de la generación de cohetes europeos Ariane 5. Estos vehículos han sido, hasta ahora, los más emblemátic­os del arsenal espacial europeo. En sus casi tres décadas de historia, estos cohetes han llevado al espacio un centenar de misiones científica­s, satélites de telecomuni­caciones y sondas espaciales de todo tipo. «He podido presenciar decenas de lanzamient­os de Ariane 5, el cohete por excelencia de Europa, y me emociona pensar que estamos llegando al final de su historia», comenta Monreal. «Las misiones espaciales no son solo proyectos técnicos, sino que están cargadas de emoción», añade mientras se completa la cuenta atrás para el despegue de Juice.

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ESA A la izquierda, el ingeniero zaragozano Guillermo Monreal. A la derecha, ilustració­n de la misión ‘Juice’ sobrevolan­do Júpiter.

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