El peligro de reabrir el debate con famosos
Ana Obregón, Rocío Carrasco... han prendido el debate social
http://www.elperiodicodearagon.com/
La monarca, que ha cumplido 83 años, saludó ayer sonriente desde el balcón del palacio de Amalienborg junto sus dos hijos y ocho nietos.
Desde hace un tiempo, algunas revelaciones de la vida personal de los famosos están provocando intensos debates sociales. Es lo que ha pasado con el revuelo que ha generado la noticia de que Ana Obregón, a los 68 años, ha recurrido a la gestación subrogada para convertirse en abuela tres años después de la muerte de su hijo Aless. La docuserie de Rocío Carrasco, el suicidio de la actriz Verónica Forqué y el vídeo sexual de Santi Millán también han servido para que se hablara de la violencia machista, la salud mental y de que la filtración de imágenes íntimas sin el consentimiento de sus protagonistas es un delito. Los famosos, sin pretenderlo, están abriendo melones . ¿Puede ser contraproducente que estos temas salten incluso a la agenda política?
Para Ferran Giménez, sociólogo experto en movimientos sociales y profesor colaborador de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), «vivimos en un sociedad neoliberal e hiperindividualista, y los referentes que tenemos del entorno más cercano tienen una capacidad de condicionar relativa. El segundo eslabón de referencia es el que llega vía mediática, y ahora mismo el gran exponente son los youtubers, influencers y tiktokers. Si no hubiera esa explosión comunicativa vía redes sociales el impacto de esos casos no sería tan grande», señala.
Giménez considera que abrir este tipo de debates es en sí positivo. Principalmente, porque «permite poner sobre la agenda pública, e incluso política, aspectos de la realidad sobre los que a veces no se habla suficiente». Pero entraña algunos peligros. Los famosos
Ana Obregón con Ana Sandra.
«no suelen aportar, normalmente, un discurso suficientemente argumentado y hay gente que los toma como referentes éticos, moral o de comportamiento, cuando no lo son». Contando, además, que son casos privilegiados. «Obregón lo ha hecho porque tiene dinero, es una mujer blanca y de clase alta».
Coincide con Giménez Sergio Villanueva, profesor de Comunicación de la Universitat de Barcelona (UB), que cree que los periodistas son cada vez más conscientes de que «se puede utilizar el entretenimiento y la cultura popular para introducir temas en el debate público y luego tratarlos desde la información». Aunque alerta de los riesgos. «El objetivo de los famosos no es informar. Rocío Carrasco no alertar de la violencia machista, sino mejorar su imagen pública. Y Ana Obregón quería vender exclusivas. Ahí hay un conflicto de objetivos y legitimidades». Y alerta de otro peligro: «Que el debate se trate con brocha muy gorda, muy contaminado del lenguaje del entretenimiento».
Villanueva / recuerda que en el caso de Rocío Carrasco se trató la violencia machista en unos términos que tenían mucho que ver con la simpatía o antipatía previa hacia el personaje. Y ahora con Obregón y la gestación subrogada se han edulcorado los temas «cuando debería ser más un debate de bioética y cuestiones legales», dice.
María Trinidad Bretones, profesora de Sociología de la UB, es tajante. «Más que debate, se hace ruido. No se profundiza en nada, es una especie de goteo de lo mismo e incluso se reservan cosas que se saben para asegurar que mañana sigas atento. Es morbo».
La periodista y escritora Pilar Eyre sí valora de forma positiva que los famosos abran la caja de Pandora sobre ciertos asuntos.