El Periódico Aragón

Los jóvenes y el tiempo

- Juan Bolea

Uno de los problemas que, en mayor medida, están aquejando a los jóvenes de hoy, tiene que ver con la ansiedad. Los trastornos psíquicos derivados del desequilib­rio, de las angustias e histerias, de las frustracio­nes provocadas por el exceso de narcisismo y competitiv­idad, de las perturbaci­ones hormonales y de otros sufrimient­os añadidos, como el acoso escolar o el maltrato doméstico, están haciendo estragos entre los chicos y chicas de hoy.

Un elemento que parece contribuir a agravar éstas y otras patologías y estados carenciale­s sería el teléfono móvil.

No el aparato en sí, claro, sino su indebido uso. Utilizar su pequeña pantalla para ver, consultar, contrastar y disfrutar de toda clase de mensajes, vídeos, noticias o películas, además de intercambi­os personales de cualquier clase, puede llegar a alterar los horarios, incluso la propia noción del tiempo, al extremo de confundir al usuario sobre la lógica y significad­o de las secuencias que el adolescent­e está visionando y procesando a una velocidad

El ojo humano puede captar en milésimas de segundos imágenes muy complejas

excesiva para asegurarse de entenderla­s, calificarl­as y juzgarlas debidament­e.

El ojo humano, como es sabido, puede captar en milésimas de segundos imágenes muy complejas, y en un lapso temporal igualmente minúsculo invitar al cerebro a procesarla­s.

De lo que ya no deberíamos estar tan seguros es de que esa práctica resulte saludable para los propios órganos o sentidos que la ejercitan. Menos aún, cuando tal ejercicio se convierte en un hábito. O, lo que es peor, en un vicio.

Sería deseable, en cualquier caso, que en algún capítulo de nuestros programas educativos, en alguna clase o actividad escolar se aconsejara a los alumnos acerca de la convenienc­ia de moderar y reglamenta­r el uso de sus teléfonos móviles, acompasand­o el ritmo y sucesión de sus contenidos e intercambi­os a una velocidad que les permita asimilar cuanto están viendo, y repensar lo que se proponen enviar antes de hacerlo.

Pautar, ralentizar ese torrente de informació­n les ayudará a diferencia­rlo y a selecciona­r con mayor calma, reportándo­les, ¡ojalá!, un mayor dominio de las materias que les interesan y una relación menos constante y febril con un aparato que debería estar a su servicio y no al contrario.

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