El FIZ vuelve en septiembre con Alizzz, Sidonie y Cupido
El festival se celebrará de nuevo en la sala Multiusos
La vigesimoprimera edición del Festival de Música Independiente de Zaragoza (FIZ) ya tiene cartel. Artistas y bandas de la talla de Sidonie, Alizzz, Carlos Sadness, Ginebras y Cupido tocarán el próximo 30 de septiembre en la sala Multiusos del Auditorio de Zaragoza, que volverá a vivir una auténtica fiesta de la música pop.
Uno de los grandes atractivos de esta edición será Alizzz, sin duda el productor de moda en los últimos años gracias a sus colaboraciones con C. Tangana, Rosalía o Becky G. El músico y productor catalán desembarcará por primera vez en el FIZ para presentar su nuevo disco Boicot.
La que repetirá será la banda barcelonesa Sidonie, unos clásicos ya del festival zaragozano, así como Carlos Sadness, el músico con raíces altoaragonesas que volverá a tocar en Zaragoza tras su concierto del año pasado en el Vive Latino. Todos ellos estarán acompañados de grupos con un gran impacto en la escena musical actual como Ginebras o Cupido, la banda de electropop e indiepop formada en 2018 por el trapero barcelonés Pimp Flaco.
Las primeras 200 entradas para el festival salieron a la venta este pasado lunes a un precio de 15 euros y se agotaron en apenas unos minutos. Desde ayer ya se pueden adquirir desde 25 euros en los cajeros Ibercaja y en la web de la entidad financiera. Las entradas serán canjeadas por pulseras en el momento del acceso a la Sala Multiusos del Auditorio el día del concierto.
El año pasado, / el FIZ pudo celebrar por todo lo alto su vigésimo aniversario y logró colgar el cartel de no hay billetes al reunir a casi 4.000 personas en la sala Multiusos. Dorian, La Casa Azul y Carolina Durante encabezaron el cartel del año pasado y convirtieron la sala en una auténtica fiesta.
Sin duda, esa vigésima edición constató que el Festival de Música Independiente de Zaragoza sigue con el ritmo de crucero que tantos buenos resultados le ha dado. Lejos, eso sí, quedan aquellas ediciones de dos días, incluidas dentro incluso del mismo programa de las Fiestas del Pilar y por las que pasaron artistas como The Prodigy, pero esos eran otros tiempos. ¿Es necesaria la coma en el titular de esta crónica? Depende. Sin ella la cosa hubiera quedado como el epígrafe de una novela policiaca, tipo Asesinato en el Orient Express, lo que vendría a decir que el misterio podría estar o no resuelto. La coma lo aclara todo, ya que el arcano no fue tal, pues la OCSZEnigma, dirigida por Asier Puga, se encargó de resolverlo brillantemente el lunes en el Auditorio. Es decir, dio todas las claves de un programa musical centrado en uno de los grandes compositores alemanes de la República de Weimar (1918-1933), ese periodo de gran inestabilidad política y social («un mal parto», según Hans Magnus Enzensberger), pero de profunda agitación artística: Kurt Weill (1900-1959). Dos de sus obras, Concierto para violín e instrumentos de cuerda (1824) y Suite de la Ópera de los tres peniques (1928), configuraron un programa que se completó con Hot Sonata para saxo alto y piano (1930), del checoslovaco Erwin Schulhoff (1894-1942).
La primera pieza de Weill tuvo como músico invitado al muy ducho violinista Víctor Parra. Weil la escribió influido por el expresionismo tares dío de Arnold Schönberg, y sin ser una pieza atonal se aproxima mucho a esa estructura. Su lenguaje es duro y, además de reflejar el conflictivo momento político alemán, es probable que la enfermedad de Ferruccio Busoni, con quien Weill estudió, influyese en su ambientación. El desasosiego, un cierto descreimiento y también el relajo y la furia transitan por los tres movimientos del Concierto, con un violín dialogante, no solista, y unos vientos que exploran todos los matices dinámicos, mostrando una gran precisión en el conjunto.
La segunda pieza de Weill recoge las partes instrumentales de la música que armó para la Ópera de los tres peniques, una de sus grandes colaboraciones con el dramaturgo Bertold Brecht, y muestra la faceta más popular del compositor en un estilo más sencillo y realista. Es una suite cuya interpretación o bien tiende a la solemnidad del clasicismo o al pop (especialmente en movimientos como La balada de Mackie Messer y Canción de Polly), despojándola de las vibraciones sensuales del cabaret y del jazz. No fue esa la lectura de Puga y la OCSZEnigma, por lo que asistimos a la belleza cruda de unas partituras ancladas en el fragor de la calle y el humo de los locales nocturnos, fuente de inspiración para no pocas creaciones sonoras para el cine. Los aplausos obligaron al director y a los músicos a repetir como bis La balada de Mackie Messer. Pero antes...entre guerras,
Imagen del concierto del lunes.
un decir; entre las dos obras de Weill, sonó la Hot Sonata para saxofón (Mariano García) y piano (Juan Carlos Segura), de Schulholff, quien falleció de tuberculosis a los 48 años en la fortaleza de Wülzburg (Baviera), usada por los nazis como campo de prisioneros.
Vibrante pieza, no menos vibrantemente interpretada: mientras el saxo brujulea por deslumbrantes armonías de jazz, el piano cabalga por las construcciones europeas de vanguardia. El encuentro es arrebatador. Y así transcurrió el concierto: recuperando no el mito de los felices años 20, sino el talento de sus creadores y, de paso, mostrando el de sus intérpretes y su director actuales. ¡Viva la República!
Las entradas ya pueden adquirirse en la página web de Ibercaja a partir de los 25 euros