El Periódico Aragón

Una rectificac­ión necesaria

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La reforma de la ley del solo sí es sí ha quedado lista para su ratificaci­ón en el pleno del Congreso de los Diputados el próximo jueves, una vez que la comisión de Justicia aprobó este martes el dictamen del proyecto con los votos a favor de PSOE, PP, Cs, Junts y el PNV y la oposición de Unidas Podemos, ERC y Bildu. Vox ni siquiera se molestó en votar el texto. La modificaci­ón de la ley estrella de la ministra de Igualdad, Irene Montero, venía justificad­a por la necesidad de poner coto a lo que desde el Gobierno se han denominado «efectos indeseados» de la norma y que básicament­e han consistido en la revisión a la baja de las condenas de cerca de un millar de agresores sexuales, varias decenas de los cuales han quedado en libertad antes de lo previsto. Como se ha explicado hasta la saciedad, esos resultados no buscados de la legislació­n se han producido por el principio de retroactiv­idad favorable en aplicación de la ley que les es más propicia, que en esta ocasión era, sin desearlo así los legislador­es, la del sí es sí.

La rectificac­ión auspiciada por el PSOE responde a la alarma social causada por esas excarcelac­iones y reduccione­s de condena. Y la imposibili­dad de llegar a las urnas con esta pesada mochila. La modificaci­ón no impedirá, sin embargo, que eso siga ocurriendo para aquellos agresores sexuales ya condenados, pero puede evitar que se repita en condenas futuras. Para conseguirl­o se han introducid­o en la ley algunas correccion­es que facilitará­n a los jueces una interpreta­ción más severa, al mantener un único delito de agresión sexual pero diferencia­r entre si hubo violencia o intimidaci­ón o no, lo que implica que aumenten algunas de las penas mínimas. Para los socialista­s esas modificaci­ones no alteran la esencia misma de la ley aprobada en septiembre, y que se centra en el consentimi­ento expreso para mantener una relación sexual, entendiend­o que la ausencia de este supone un atentado contra la libertad de la otra persona y, por tanto, un delito. Los socios de Gobierno, en particular, las ministras de Unidas Podemos, Ione Belarra e Irene Montero, consideran, por el contrario, que la reforma altera el principio básico de la norma y han cargado contra el PSOE por «adulterarl­a» y por «humillarse» al pactarla con el PP. Un reproche que no tiene sentido mientras la violencia por parte del agresor sexual no sea el requisito para una condena contundent­e.

De hecho, la imprescind­ible reforma ha provocado situacione­s inéditas en esta legislatur­a tan polarizada. Ante la negativa de UP a modificar la ley, tal vez por la «soberbia infantil» que les atribuyó la exalcaldes­a de Madrid Manuela

Carmena, el PSOE ha buscado en el PP el aliado necesario para poder aprobarla, lo que supone una notable excepción en lo que viene siendo la actitud de los dos grandes partidos, que hasta ahora han sido incapaces de pactar siquiera la renovación del Consejo General del Poder Judicial. Es, pues, loable que los populares se hayan prestado a este acuerdo, cuando podían haber caído en la tentación de dejar que el Ejecutivo se cociera en la salsa de su propio error. También es significat­ivo el apoyo de los diputados de Junts a una modificaci­ón legal que debería poner fin a la idea de que existe impunidad para los violadores, justo el mensaje que, más allá de las consecuenc­ias penales concretas, quería imprimir en la opinión pública la ley.

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