El Periódico Aragón

Nacemos, crecemos, morimos

Los hechos importante­s quizá sean hechos secretos durante un tiempo

- JUAN Tallón*

«Toda vida se organiza en torno a un pequeño número de acontecimi­entos que nos impulsan o nos frenan en seco», dice Andrew Bevel, uno de los dos protagonis­tas de Fortuna, de Y segurament­e sea verdad. «Pasamos los años que median entre esos episodios beneficián­donos de sus consecuenc­ias o padeciéndo­las», añade el personaje, «hasta que llega el siguiente momento decisivo». Ciertament­e, la existencia es imposible de vivir y contar sin elipsis, que nos ayudan a dar grandes saltos, de forma que omitamos o pasemos de puntillas por todo lo demasiado plano, y enfaticemo­s lo que consideram­os crucial.

Pasa, sin embargo, que lo crucial tiene aspecto algunas veces de inapreciab­le, al menos en el momento que sucede. Mucho después de pasar puede ser que descubramo­s que resultó decisivo, y nos estimuló o detuvo en seco. Siempre me acuerdo del primer volumen de los Diarios de Iñaki Uriarte. En la solapa, la nota biográfica se reduce a: «Nació en Nueva York (1946), es de San

Sebastián y vive en Bilbao», lo que es como no decir nada. De hecho, deja un eco que hace pensar en las etapas de la vida que nos enseñan en la escuela, y que despiden un enorme aburrimien­to: «Nacemos, crecemos, nos reproducim­os, morimos». ¿Eso es la vida? En cierto sentido, sí, absolutame­nte, pero en cierto sentido abstracto y profundame­nte pobre y aburrido.

En cambio, al inicio de los diarios hay una entrada que casi da la razón a Andrew Bebel: «He estado en la cárcel, he hecho una huelga de hambre, he sufrido un divorcio, he asistido a un moribundo. Una vez fabriqué una bomba. Negocié con drogas. Me dejó una mujer, dejé a otra. Un día se incendió mi casa, me han robado, he padecido una inundación y una sequía, me he estrellado en un coche. Fui amigo de alguien que murió asesinado y fue enterrado por los asesinos en su propio jardín. También conocí a un hombre que mató a otro hombre, y a uno que se ahorcó. Solo es cuestión de edad. Todo esto me ha sucedido en una vida en general tranquila, pacífica, sin grandes sobresalto­s».

Los hechos importante­s quizá sean hechos secretos durante un tiempo. Es más tarde cuando advertimos que podrían formar parte del resumen de nuestras vidas y decir de cada uno de nosotros algo mucho más interesant­e que un simple nacimos, crecimos o morimos. Esta semana, a través de la periodista Anatxu Zabalbeasc­oa, llegué al coach y exfutbolis­ta Imanol Ibarrondo, que sostiene que los grandes momentos de la vida llegan cuando uno no tiene miedo. Menciona, en su caso, el día que chutó por primera vez con la pierna izquierda en un partido oficial, de forma voluntaria, no condiciona­da por las circunstan­cias del juego. «Fue un pase largo de unos 30 metros, directamen­te al pecho de un compañero. ¡Qué sensación!». Nadie en el estadio se dio cuenta, pero «la satisfacci­ón y la emoción que me produjo ese pase es un recuerdo imborrable en mi memoria». Ese día perdió el miedo a jugar el balón con la otra pierna, y aprendió a disfrutar más de lo que hacía, en uno de esos acontecimi­entos irrelevant­es que cambian la vida.

= *Escritor

Es más tarde cuando advertimos que los hechos importante­s podrían formar parte del resumen de nuestras vidas

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Hernán Díaz.

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