El Periódico Aragón

El paseo Independen­cia vivió una de las ediciones más multitudin­arias

- ÁLVARO JORDÁN

Eran las 10.30 horas. Los estands estaban terminado de prepararse cuando las primeras multitudes comenzaron a aglutinars­e en busca de nuevas odiseas literarias sobre las que desconecta­r en esos pequeños ratos de completa libertad. Al terminar de comer, al salir del trabajo, durante un viaje en tren o avión... Las oportunida­des son infinitas.

El clima fue el mejor acompañant­e para esta cita aragonesa, ya que el cielo estuvo despejado y la luz del sol bañaba cada uno de los 100 puestos del Paseo Independen­cia, que contaban con más de 250 autores ocupados por librerías, asociacion­es, editoriale­s y distribuid­ores. Lo cual fue sin duda un factor que impulsó el ímpetu de la gente para convertir esta edición de la Feria del Libro en una de las más multitudin­arias que se recuerdan hasta la fecha. «Ha sido una jornada excelente, todavía tenemos que comparar con otros años, pero estamos encantados con la respuesta de los zaragozano­s», subrayó César Muñío, presidente de la Comisión Permanente del Libro de Zaragoza (Copeli), organizado­ra de la jornada con el apoyo del Gobierde Aragón, el consistori­o zaragozano y la DPZ

Era una fiesta literaria y, sin duda, la gente demostró que tenía ganas de abrazarse a la literatura. Las colas de los estands iban fluyendo con tranquilid­ad al ser las primeras horas de la mañana. Sin embargo, en puestos como los del colectivo Malavida, con sus cómics aragoneses, dejaban claro que estaban «a tope. Hemos empezado muy bien la mañana y esto pinta de maravilla». El mismo caso se repetía en Doce Robles y sus obras sobre la historia de Aragón, con sus novedades como Creciente de luna, El traductor o Reinas, damas y señoras,y

«La lectura como tendencia debe continuar. Es de las pocas cosas buenas que trajo la pandemia»

donde José Luis Corral se había «hinchado a firmar» mientras se preparaban para su avalancha de autores. Entre los nombres de esos heraldos destacaban Isabel Abenia, Ana Segura, Eloy Morera o Cristina Abad.

No obstante, sería un error quedarse solo con unos pocos nombres porque la realidad es que el Día del Libro es una fiesta «completa y múltiple», como así hacían saber algunos viandantes con libro y clavel en mano. Y, sobre todo, si hay algo que se valoraba en especial, eran esos pequeños momentos de intimidad entre los lectores y autores para compartir confidenci­as y perspectiv­as. Como era el caso de Jesús Zatón con su obra La proporción armoniosa en la editorial Antígona, a pesar de la gran multitud.

El buen ambiente imperaba en los estands, aunque había algunos como Zaraletras o Hechos y Dichos que todavía recordaban la lluvia del año pasado que impidió en cierta medida la circulació­n de la gente. Librerías como Cálamo también actuaban como puntos de encuentro y como triunfador­as del día.

La jornada comenzó oficialmen­te a las 10.30 horas con la inauguraci­ón encabezada por la vicealcald­esa Sara Fernández; y el alno

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ANDREEA VORNICU La cita ofreció libros para todas las edades y gustos.

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