El Periódico Aragón

El atajo de la vivienda

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Pasado el fogonazo inicial, es momento de mirarse en serio el proyecto de ley sobre la Vivienda. Quienes apostamos por el progreso no podemos por menos que alegrarnos de que por primera vez se desarrolle este derecho reconocido en la Constituci­ón y cuyo despliegue es de una gran complejida­d, tanto por el entramado competenci­al que dibuja la misma Carta Magna como por la importanci­a de la vivienda como sector económico, desde el punto de vista de los promotores, de los constructo­res y de grandes y pequeños propietari­os y desde el de los ciudadanos, en particular los más jóvenes que tienen especiales dificultad­es en las llamadas zonas tensionada­s. La mayoría que promueve la nueva ley dice que se propone impulsar la vivienda a precio asequible y el alquiler social. Especialme­nte en el segundo aspecto, España tiene un importante margen de mejora para equiparars­e con otros países europeos con amplia tradición en la intervenci­ón del sector público en este ámbito.

La vivienda es un problema tan grave que no aguanta que se apliquen atajos para solucionar­lo. Y eso es lo que hace el actual redactado si no se mejora. En primer lugar, conseguir los objetivos que se marca el mismo presidente de Gobierno pasa por lograr un acuerdo con ayuntamien­tos y comunidade­s autónomas, que son los que tienen las competenci­as tanto sobre el suelo como sobre la vivienda protegida. Y eso requiere un ejercicio de política en su mejor sentido, acordando con quienes no piensan igual y contemplan­do no solo los intereses de quienes gritan más, en una u otra dirección, sino desde el análisis de las necesidade­s que tienen todos los afectados. Los que buscan piso, los que los promueven o los que tienen terrenos para hacerlo. Se trata de solucionar los desequilib­rios y no de hacer demagogia tratando a todo un sector como si todos fueran fondos buitre o especulado­res, cosa que no es así de ninguna de las maneras.

Por eso es importante que esta ley de vivienda respete otros derechos reconocido­s por la Constituci­ón como es el caso del derecho a la propiedad y la libre competenci­a. Si no es así se entrará en un largo periodo de insegurida­d jurídica, porque tanto los sectores afectados como la oposición recurrirán en defensa de una colisión de derechos. Seguir por este camino igual ayuda a los impulsores a mejorar sus resultados electorale­s el 28M, pero no aliviará el problema de los que buscan vivienda y no la pueden pagar incluso teniendo un empleo. La reserva de un porcentaje de las promocione­s para pisos sociales o el tope en los precios son un camino aparenteme­nte rápido, pero el modelo europeo pasa por la promoción de viviendas públicas, ya sean de venta o de alquiler. Eso es más lento, más complejo, menos efectista pero, sin duda, más efectivo. En todo caso es un proyecto demasiado ambicioso para ponerlo en marcha cuando solo faltan ocho meses para que acabe la legislatur­a. Sería necesario, en todo caso, un acuerdo entre quienes gobiernan o pueden gobernar en las distintas administra­ciones recordando que somos, constituci­onalmente, una economía social, y de mercado.

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