Un beso y una flor en medio de ruinas y vistas
Lo decía la canción. Al partir, un beso y una flor. El ósculo en esta excursión se deja a propia elección. Recomendamos que triunfe el amor, sea cual sea y entre quien sea. Sin tapujos. Sí aseguramos las otras dos partes del asunto en esta ruta. En Alpartir, municipio de Zaragoza, se encuentra una espléndida y completa senda botánica, con hasta treinta puntos de información, que, en unos ocho kilómetros de sosegada caminata, dan para pasar un par de horas entretenidas entre el descubrimiento de la flora y la historia de esta parte de la provincia central.
El paisaje, netamente mediterráneo, deja en estas fechas un insinuante colorido que choca con la cromática pálida de las ruinas del convento de San Cristóbal, destino que marca la brújula. En el camino encontraremos una agenda floral con tomillo, hierba pincel, espanta lobos, lavatera, sabinas, salvia, ruda, gamoncillo, olivos o albada. Hasta es posible encontrar algún lirio silvestre que amanece estas semanas.
Salimos de Alpartir, en la comarca de Valdejalón, con un pasado minero que data de época romana. Hasta plata sacaron de sus tripas. Desde el cementerio se anda por una pista asfaltada hacia dicho complejo religioso, bien marcado por postes. Al poco se abandona para llegar a los muros y ábside barroco que aguantan al abandono. Un mirador cerca regala buenas vistas de la vega de Alpartir y la Sierra de Algairén.
En busca de la altura del pico de San Cristóbal comienza la propia ruta botánica. En la subida topamos con otras construcciones: neveros, la ermita del Pilar, un horno de cal, la Cueva del Tío Chirras y la ermita de San Clemente antes de volver al convento. Antes hemos coronado la altura desde la que podemos ver el Moncayo y la Vega de La Almunia.
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