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Día del Trabajo Los símbolos de otros tiempos carecen cada vez más de importancia incluso en el día por antonomasia del sindicalismo de clase La poca conflictividad laboral en grandes empresas deja una jornada algo descafeinada =
Será señal de que los tiempos están cambiando, pero apenas sonaron los dos primeros acordes de La Internacional y de las escaleras del Paraninfo voló casi todo el mundo. Era el tradicional broche final de la manifestación del Primero de Mayo organizada por CCOO y UGT y habría entre una y dos docenas de puños en alto mientras la batukada y las pancartas se recogían a todo trapo. Quedó interrumpido el himno por antonomasia de la lucha obrera a mitad de estribillo por falta de atenciones. Y a otra cosa, porque la imagen bien valió para representar un Primero de Mayo algo descafeinado en el que lo más vitoreado fue la advertencia de un nuevo «otoño caliente» si los empresarios se niegan a revalorizar los salarios.
Así que entre símbolos de otros tiempos y avisos públicos a la patronal se mueve hoy el sindicalismo y la protesta social, que sigue mostrando cierto músculo entre los delegados sindicales pero ve marcharse por el horizonte aquellos días de vino y rosas de protestas, hoy más presentes en las calles de Twitter que en las ciudades. Más lejos quedarán todavía si no logran enganchar a la juventud, muy distanciada de jornadas como la de ayer, donde pocos debutaban en un Primero de Mayo.
El que sí se estrenaba era José Juan Arceiz, el nuevo secretario general de UGT Aragón, que sorprendió con unas enérgicas soflamas en las que hizo un guiño al carácter internacional del movimiento obrero al exigir el fin de la guerra de Ucrania para «salvar las vidas de los obreros rusos y ucranianos». Fue uno de los protagonistas de la jornada, pues se pasó la mañana entera recibiendo la enhorabuena de delegados sindicales. Estuvo acompañado buena parte de la mañana por el líder de CCOO Aragón, Manuel Pina, quien cerró la jornada con un discurso en el que pidió el voto progresista en las elecciones municipales y autonómicas el próximo 28M.
Se extendieron durante más de media hora ambos sindicalistas con sus discursos mientras apretaba el calor de mayo. Con atención –y un jersey sobre la cabeza para protegerse del sol– les escuchaba Daniel Alastuey, líder de UGT Aragón hasta hace apenas una semana, cargo que dejó para presentarse como número 3 del PSOE a las Cortes de Aragón. Le secundaban sus nuevos compañeros de baile socialista, entre los que se encontraban Javier Lambán,
Himno
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En lucha
A la manifestación principal acudieron los trabajadores en conflicto de Jevaso, BSH o HMY Yudigar
Las trabajadoras del hogar volvieron a exhibir su músculo. -
con el que conversó durante buena parte de la marcha, Lola Ranera o Carlos Pérez Anadón.
Venía el Día del Trabajo de este año marcado por una escasa conflictividad laboral en las grandes empresas, aunque no faltaron a la cita quienes bregan ahora por blindar sus derechos laborales y salariales en BSH, Jevaso o HMY Yudigar. A los que no se vio hacer ruido –sí hubo mención a ellos desde la palestra– fue a los trabajadores del transporte de viajeros por carretera de la provincia de Zaragoza, en huelga hasta el próximo 7 de mayo.
También fue notable la amplia representación de mujeres y reivin
Unidad Cruce de reivindicaciones, como la liberación de Palestina.
- dicaciones feministas, evidenciadas en el ruido que hicieron las trabajadoras del hogar. También juntaron varias decenas de carteles los colectivos que piden la abolición de la prostitución y la liberación de Palestina. E incluso asistió con pancarta propia la iniciativa Iglesia por el Trabajo Decente. Apenas se registró un pequeño altercado a la altura de la plaza España, donde la Policía tuvo que separar a unos antifascistas y cuatro hombres que portaban una bandera de Falange.
Al mismo tiempo, unas 500 personas bajaban por el Coso bajo las pancartas de OSTA, una central que cada vez rasca más presencia a base de aragonesismo. No se cruzaron con la marcha de UGT y CCOO y tampoco con la organizada por los sindicatos anarquistas CNT y CGT. Fueron las banderas que, junto a las tricolores y las hoces y martillos que salieron con la manifestación central, pudieron verse a vista de pájaro en Zaragoza. Y así se finiquitaron más de dos horas y media de marcha en la que el mayor ruido lo hizo la percusión de la batukada, esos bordones con los que el mundo obrero ya se identifica más que con la melodía que velaba por los parias de la tierra. Pues eso: otros tiempos.
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