Sexo y consumo
La Ley de Libertad Sexual va bastante más allá de la polémica provocada por su simplificado marco del sólo sí es sí. Mucho se ha hablado de sus rebajas de penas y excarcelación de violadores, pero muy poco de otras medidas enfocadas a combatir la violencia sexual. Setenta millones procedentes de fondos europeos se destinarán a «centros de crisis» destinados a prestar atención psicológica, jurídica y social a víctimas y familiares. La recuperación de las víctimas, incluidas las de explotación sexual, se reforzará con tratamientos específicos e indemnizaciones complementarias a las correspondientes por sentencias judiciales, y se les facilitarán los accesos a la vivienda y al mundo laboral. En cuanto al plano educativo, los nuevos alumnados, con contenidos acordes a cada ciclo, recibirán educación sexual basada en la igualdad de género. Respecto al tratamiento de la violación en sí, al análisis de sus protagonistas y causas, así como al enfoque de rehabilitación, la ley apenas entra, reduciendo esa ardua cuestión a su tratamiento penal. Por otro lado, la violación es contemplada desde una sección del feminismo como una manifestación extrema del patriarcalismo o del poder masculino sobre la mujer. Sus raíces, considera esta corriente, antiguas y profundas, se vienen renovando por los efectos de la pornografía, la cosificación e hipersexualización del cuerpo de la mujer, convertido en un objeto de deseo relacionado con el lujo, el placer o el consumo. El origen de una violación estaría en el desequilibrio de la noción de poder a favor del hombre, complicándose su rehabilitación al considerar éste dicha superioridad como una característica innata de su naturaleza.
reconocida feminista, alerta en Contra la revolución sexual (La esfera de los libros) de las consecuencias del «desencantamiento del sexo entregado al servicio y mímesis de la lujuria masculina», defendiendo principios clásicos que parecían superados: «Debemos volver a levantar las barandillas sociales. Los hombres y las mujeres son diferentes, y el sexo tiene un valor especial que deberíamos preservar». El respeto, la sensibilidad o el valor de la diferencia deberían ser los pilares de cualquier regulación sobre la libertad sexual, pero el mercado impone otras normas y tipos.
¿Libertad y felicidad sexual o adicción y consumo?
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Louise Perry,
Los nuevos alumnados recibirán educación sexual basada en la igualdad de género