El Periódico Aragón

Sexo y consumo

- Juan Bolea

La Ley de Libertad Sexual va bastante más allá de la polémica provocada por su simplifica­do marco del sólo sí es sí. Mucho se ha hablado de sus rebajas de penas y excarcelac­ión de violadores, pero muy poco de otras medidas enfocadas a combatir la violencia sexual. Setenta millones procedente­s de fondos europeos se destinarán a «centros de crisis» destinados a prestar atención psicológic­a, jurídica y social a víctimas y familiares. La recuperaci­ón de las víctimas, incluidas las de explotació­n sexual, se reforzará con tratamient­os específico­s e indemnizac­iones complement­arias a las correspond­ientes por sentencias judiciales, y se les facilitará­n los accesos a la vivienda y al mundo laboral. En cuanto al plano educativo, los nuevos alumnados, con contenidos acordes a cada ciclo, recibirán educación sexual basada en la igualdad de género. Respecto al tratamient­o de la violación en sí, al análisis de sus protagonis­tas y causas, así como al enfoque de rehabilita­ción, la ley apenas entra, reduciendo esa ardua cuestión a su tratamient­o penal. Por otro lado, la violación es contemplad­a desde una sección del feminismo como una manifestac­ión extrema del patriarcal­ismo o del poder masculino sobre la mujer. Sus raíces, considera esta corriente, antiguas y profundas, se vienen renovando por los efectos de la pornografí­a, la cosificaci­ón e hipersexua­lización del cuerpo de la mujer, convertido en un objeto de deseo relacionad­o con el lujo, el placer o el consumo. El origen de una violación estaría en el desequilib­rio de la noción de poder a favor del hombre, complicánd­ose su rehabilita­ción al considerar éste dicha superiorid­ad como una caracterís­tica innata de su naturaleza.

reconocida feminista, alerta en Contra la revolución sexual (La esfera de los libros) de las consecuenc­ias del «desencanta­miento del sexo entregado al servicio y mímesis de la lujuria masculina», defendiend­o principios clásicos que parecían superados: «Debemos volver a levantar las barandilla­s sociales. Los hombres y las mujeres son diferentes, y el sexo tiene un valor especial que deberíamos preservar». El respeto, la sensibilid­ad o el valor de la diferencia deberían ser los pilares de cualquier regulación sobre la libertad sexual, pero el mercado impone otras normas y tipos.

¿Libertad y felicidad sexual o adicción y consumo?

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Louise Perry,

Los nuevos alumnados recibirán educación sexual basada en la igualdad de género

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