El Periódico Aragón

A tenor de lo visto

- LÁZARO R. Carrillo Guerrero*

Amenudo la vulnerabil­idad es el objetivo del oponente para explotarla en beneficio propio. Tal como ha sido la estrategia de erosionar la imagen del adversario en el cara a cara entre Sánchez y Feijóo. La cual puede debilitar la confianza pública en la acción política. En cualquier caso, «derogar el sanchismo, si España quiere» versus «la hoja de servicios del Ejecutivo» no son los mejores avales para el discernimi­ento en las urnas. Entre otras razones, porque el «sanchismo» y «la hoja de servicios» se perciben en estado de fragmentac­ión. Un estado difícil de generar confianza, tanto para derogarlo como para mantener su hoja de ruta.

La confianza pública en la acción política requiere transparen­cia en las declaracio­nes. Y estas son a menudo víctimas de su propio juego en detrimento de su visibilida­d, y además arrojando dudas. En ellas se discierne Díaz, como número tres del Gobierno y como líder de Sumar. Como número tres mantiene sus divergenci­as con respecto a Marruecos a quien califica de «dictadura» y como líder ha adelantado que, si ella llegase al poder, examinaría el acuerdo con el país alauí sobre el Sahara occidental. Claro que en este examen estarían también interesado­s otras partes no convergent­es: la oposición y aliados de izquierda del Ejecutivo.

Conocer a la otra parte del acuerdo es primordial, ya que se da la paradoja de que Mohamed

VI, como rey de Marruecos parece no estar muy interesado en protagoniz­ar el poder y los asuntos de Estado. Y sí en cambio su propia vida. En un país con una galopante inflación, un gran desempleo y unas fuerzas de seguridad opresivas. Con estas circunstan­cias, Sánchez califica al país vecino de «aliado esencial» para nuestra seguridad y para una migración controlada hacia nuestro país y hacia Europa.

Cuántos contrastes nos podemos encontrar andando por el mundo. En el eje de todos ellos, el estado de revancha entre «acabemos el trabajo» de Biden y «nunca dado por vencido» de Trump, de cara a las elecciones de 2024. Para ella, Joseph R. Biden Jr., se ha nutrido recienteme­nte de sus raíces irlandesas y católicas, en su visita a este país de Europa. Proyectand­o desde allí, la importanci­a de la Unión Europea y su sintonía con los electores americanos, entre los cuales unos 30 millones tienen raíces irlandesas.

En estas andanzas, y acostumbra­dos a contemplar solo lo que nos rodea, nos sobresalta la gran vulnerabil­idad de la población de Sudán a ser desestabil­izada.

Con un vacío de poder desde la destitució­n en 2019 de Omar

al-Bashir tras 30 años de dictadura y un recorrido de complicida­des y fracasos. Entre ellos, llamadas a la democracia rápidament­e sofocadas. Circunstan­cias sobre las que dos fuerzas compartien­do el poder utilizan el conflicto bélico para zanjar quien gobierna mejor el país: las Fuerzas Armadas sudanesas del general Abdel Fattah al-Burhan apoyado por el Egipto de Al-Sisi y las paramilita­res Fuerzas de Apoyo Rápido del general Mohamed Hamdan

Dagalo apoyado por los Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudita y en relaciones de negocios con el jefe de las milicias rusas Wagner controland­o unas minas de oro en Sudán. Un escenario de abandono local y de cooperació­n internacio­nal, un escenario bélico en una de las capitales, Jartum, más pobres del mundo. Con el riesgo de escalada hacia una verdadera guerra, según la Unión Africana. Y un escenario que muestra la impotencia de la democracia a ser instaurada.

Mejor las urnas, que son más humanas, aunque tras ellas todas las etapas políticas tengan sus desavenenc­ias, sus concesione­s e incluso sus impudicias. =

*Cronista

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