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Bea, Caridad y Ángel participan en el proyecto piloto ‘Mi casa, una vida en comunidad’, destinado a personas con discapacidad intelectual En Aragón hay ocho viviendas =
Bea Sánchez, Caridad Calvo y Ángel Nicolau comparten piso en Zaragoza. Tienen edades muy dispares, 29, 55 y 53, pero se complementan bien. Y, según aseguran, los tres están cumpliendo un sueño, que es el de vivir de forma independiente. Un folio pegado en la cocina les informa del menú semanal que ellos mismos eligen y cocinan si pueden (ayer tocaba verdura pero lo cambiaron por garbanzos y carne); y en el salón está el calendario de su actos destacados (Caridad tiene una boda el día 13), pero también cuando poner la lavadora y quién, el horario de las cenas y de acostarse y quién riega las plantas.
Necesitan apoyo y mucha organización, ya que los tres son personas con discapacidad intelectual y forman parte del proyecto piloto Mi casa, una vida en comunidad, de Plena inclusión. La discapacidad de Ángel es del 65%, pero además tiene problemas neurológicos y no es totalmente autónomo; Caridad y Bea, de más del 75%; la primera además tiene un problema visual y la segunda, tiene paralizado el lado izquierdo.
Como ellos hay otros 23 aragoneses conviviendo en otros 7 pisos tutelados en las tres provincias. En la iniciativa están implicadas cuatro entidades: Atadi, Valentia, Fundación Cedes y Kairós y ha sido posible gracias a la financiación de 2,5 millones de euros procedentes de los fondos europeos y el apoyo del Gobierno de Aragón. Llevan viviendo en esa casa desde diciembre y será a finales de 2024 cuando haya que evaluar la experiencia y ver si el modelo impacta en su calidad de vida y también si es económicamente sostenible. Por lo demostrado ayer, está siendo positiva. Tanto, como el cartel que preside el salón, que lleva colgado desde el 8 de marzo: «Feliz día mujeres bellas, por lo que somos, por todo lo
Convivencia
- que podemos llegar a ser». Enfrente, un dibujo del escudo del Barcelona, del que Ángel es seguidor.
La de ayer fue una jornada especial. No fueron a trabajar pero la visita bien lo merecía. Durante un rato, la consejera de Ciudadanía y Derechos Sociales, María Victoria Broto, compartió vivencias con ellos, al igual que el presidente de Plena Inclusión Aragón, Santiago Villanueva; y el gerente de la Fundación Kairós, Gregorio Centro, Amor Numancia, responsable de Área de Kairós, y Marinnela Villada, educadora.
Y es que hay un cuarto compañero de piso, que rota entre cinco educadores, tres entre semana y dos los fines de semana. Por la mañana, los tres van a La Nave, como conocen al centro ocupacional de Kairós, donde realizan luminarias
Salón
Caridad echa zumo en unos vasos para los visitantes. - para la compañía aragonesa Airfal. Ya por la tarde, cada uno tiene sus propios hobbys.
A Ángel, que ya ha pasado por otros pisos, le gusta éste y asegura que los tres se llevan «muy bien» y se ayudan. A él le interesa la pintura y cada tarde va a San José, a los talleres de Kambalache (el centro de tiempo libre de Kairós), donde aprende a pintar, otro día a Radio La Granja, a cocina, etc. Antes estuvo en una residencia pero le gusta más la independencia de un piso porque «aunque tengo obligaciones también puedo salir y entrar». Incluso fue a abrir su propia cuenta corriente, que administran las educadoras.
Bea también prefiere el piso a una residencia. Se le cae la baba cuando habla de sus sobrinos, ya que tiene una de cuatro años y otro recién nacido, a los que visita habitualmente y también a su madre, con la que vivía hasta hace unos meses. Su pasión es la música, Malú y el trap, al que intenta enganchar también a Ángel. Caridad es también muy activa, sobre todo le gusta bailar, por eso acude semanalmente a zumba, pero también a gimnasia.
«Las personas con discapaci
Ángel prefiere el piso porque «aunque tengo obligaciones, también puedo entrar y salir»
dad tienen los mismos deseos que todos», reconoció Broto, que insistió en que «hay que fomentar la autonomía» y evitar recursos residenciales; teniendo en cuenta «lo que ellos necesitan». Una idea que comparte con el presidente de Plena Inclusión Aragón, que puso el acento en la importancia de ir hacia «un modelo de vida en el que las personas con discapacidad intelectual puedan decir cómo, dónde y con quién quieren vivir. Creemos, asimismo, que estas personas pueden y deben vivir en comunidad y usar los espacios comunitarios como el resto de ciudadanos, dando a su vida la forma que quieran», aunque siempre con apoyo. Y así, que otros, como Bea, Caridad y Ángel, logren la verdadera inclusión y cumplir sus sueños.
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