«Hay periodismo fanatico de derechas e indignado de centroizquierda»
– El periodismo vive en su país una gran polarización, después de haber sido, en los años 70, el centro de aquella revolución que dio de sí el Watergate… ¿Cómo ve este momento en que Fox prescinde de su representante más potente y CNN elimina también a su más influyente conductor periodístico?
– Más que de periodismo, en este momento yo hablaría de la economía. El modelo del periodismo clásico no funciona. Para ganar lectores o espectadores hay que hacer algo más radical. Hemos caído en un mundo en el cual para hacer un periodismo rentable hay que presentarse como excesivo. No sé cómo piensan en realidad un Tucker Carlson o las otras estrellas de Fox, pero lo cierto es que el periodismo es un negocio. Para la izquierda y para la derecha. Los grandes problemas de EEUU en este momento no pueden ser reducidos a Fox o a la grieta entre la derecha extrema y el liberalismo. No creo que los problemas de la economía y el funcionamiento del capitalismo tengan nada que ver con lo que le ocurre a Fox. Sí, hay una crisis de la derecha extrema, del trumpismo, pero hablar de eso sin hablar de las nuevas coyunturas económicas es dejar de lado los verdaderos problemas de EEUU. A Tucker Carlson lo seguían cuatro millones de televidentes, en un país de más de 350 millones de habitantes.
– ¿De qué sería conveniente entonces que se preocuparan en este momento los estadounidenses?
– Es importante que se preocupen de la nueva gerontocracia norteamericana. Que Biden, a los 80 años, pueda presentarse a la reelección frente a otro que tiene 81 significa mucho más con respecto a la decadencia de la cultura que las propuestas francamente horribles de Fox.
– ¿El periodismo, norteamericano, mundial, es ahora un instrumento de conocimiento o un instrumento de distracción?
– El periodismo es un elemento de distracción siempre. Los periódicos siempre han sido vehículos para divertir a la gente, como lo son Hollywood y otras distracciones… Tras la guerra mundial fue también un vehículo para informar. Pero ahora hemos perdido ese carácter. Tiene esto mucho que ver con el negocio del periodismo. Hablemos de Fox. La edad promedio de los que ven esa cadena es de 60 años. Los jóvenes no miran esos medios. Miran TikTok. Hablamos de un debate entre viejos. En la derecha, en la izquierda y en los respectivos centros políticos. Aquí la socialdemocracia se obsesiona con
que pasa con Fox y no con la colaboración de Biden y los bancos. Hay un narcisismo periodístico que se preocupa de aquello que no tendría por qué preocupar al país. Y esa es también una culpa del periodismo de EEUU.
– ¿Aquel periodismo que se quiso imitar en el mundo, y que venía de EEUU, ya no merece imitaciones?
– No. Decir esto sería excesivo. Si uno mira los reportajes internacionales que vienen desde Ucrania o desde otras zonas de crisis, ese trabajo está muy bien, igual que lo que se hace en el universo del periodismo investigativo. Es muy fuerte decirlo, pero hay muchos menos periódicos que lo estén haciendo, además en una soledad mayor, porque por ejemplo entre nosotros ha desaparecido en los últimos 20 años buena parte de la prensa regional y hay cada vez menos diarios que se ocupen del exterior. No es un problema norteamericano, ocurre igual en Francia, en Gran Bretaña… Estamos en el mundo de la sociedad del espectáculo, ese es nuestro mundo, Calrson y Don Lemon [el periodista de CNN también expulsado por su compañía, como Carlson de Fox] son ejemplos del triunfo de esa idea, pero no como algo de la derecha o del trumpismo, o de la izquierda socialdemócrata, sino que son consecuencia de nuestra cultura electrónica: la cultura que proviene de que queremos que nos diviertan.
– Eugenio Scalfari, el fundador de ‘La Repubblica’, el diario italiano, decía que periodista es «gente que le dice a la gente lo que le pasa a la gente». ¿Cuál sería ahora la definición del periodismo?
– Estamos ante un periodismo que está luchando por su vida. Y no salo bemos cómo hacer un modelo inteligente y también rentable. Los liberales están obsesionados por Fox. El New Yorker o el New York Times saben que su público quiere leer sobre Fox y no sobre Biden o Wall Street. Para ganar en términos negocio tienen que focalizarse en estos temas que a mí parecen menos importantes que muchos otros. Indignarse es para mí el modo menos interesante de hacer el periodismo. Y ahora tenemos un periodismo del fanatismo de la derecha y un periodismo de la indignación del centro izquierda. No me parecen de gran interés. Por supuesto que los asuntos relativos al cambio climático o a la guerra de Ucrania son asuntos capitales de un periodismo excelente, pero no vas a vender ejemplares con las batallas ucranianas.
– ¿Cómo está contando el periodismo esa guerra?
– Hay escritores ucranianos, corresponsales, que hacen muy bien su trabajo… Le Monde,New York Time y muchos otros, destacan importantes corresponsables. No hay un Malraux o un Hemingway, pero todos hacen un trabajo interesante. No ha salido de ahí un gran libro, allí no ha ido gente como Juan Goytisolo, que fue a Bosnia, ni ha ido Carrère, porque no le debe interesar, y no lo reprocho. No tenemos un Camus o un Orwell allí destacado, o mi madre [la escritora Susan Sontag, que cubrió Bosnia con Goytisolo], pero hay periodistas franceses, americanos, ingleses...
– Usted conoce bien las guerras y cómo las afronta el periodismo. ¿Cómo ve ahora, como periodista, tanta batalla?
– Hay una crisis política global, eso es evidente. En Francia, Macron tiene una política clásica, centrista, de centro derecha, cuyo poder se desarrolla en el contexto de un partido artificial, populista, al que él no va a sobrevivir cuando se vaya. Vamos a tener una batalla entre la derecha extrema y la izquierda extrema. Italia quiere el regreso de un cierto neofascismo, pero los partidos italianos de hace 30 años no existen. Inglaterra, quién sabe qué pasará: tiene un primer ministro cada dos minutos… Y está la decepción de la Unión Europea, que en términos morales es un fracaso…
– ¿Qué relevancia le ve a este oficio ante tantos desafíos globales?
–El periodismo tiene relevancia pero no tiene un papel central. Pero ahora es difícil que el periodismo pueda influir en Ucrania. Sería una vanidad inédita que el periodismo se sienta capaz de cambiar las cosas. Creo que nuestra tarea colectiva es la de ir como ser testigo: ir, ver y contar. No vamos a cambiar la guerra, y no hay posibilidad de prensa libre en China o en Rusia.
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«Hay una crisis de la visión de la realidad, pero no por las mentiras, sino por la victoria de las redes»
«Sería una vanidad inédita que el periodismo se sienta capaz de cambiar las cosas»