Raymond Rudorff
Fue hace no mucho presidente de la Asociación Los Sitios, quien me recomendó el libro de titulado Los Sitios de Zaragoza, 1808—1809, guerra a muerte. Publicado por Grijalbo en 1977, no me fue fácil hacerme con un ejemplar, dado que la edición está agotada hace mucho tiempo, pero lo conseguí y acabo de leerlo con asombro y placer, dándole la razón a Aguado, en el sentido de que es de lo mejor que se ha escrito sobre la defensa de Zaragoza.
El texto de Rudorff, de un historiador con gusto literario en su escritura, relata a modo de una minuciosa crónica los dos asedios sufridos por la capital aragonesa entre junio de 1808 y febrero de 1809.
La descripción de ambas fuerzas en conflicto, sus combates y estrategias, sus proclamas e intrigas, su forma radicalmente distinta de entender la vida y la guerra, la libertad y la muerte, chocaron frente a las murallas de Zaragoza como la explosión de dos naciones o reinos separados frontalmente por una época, por una revolución y por la ambición política y militar de
de dominar Europa.
Rudorff Napoleón
El heroísmo de los zaragozanos, enfrentándose a cuerpos de ejército dirigidos por los mejores mandos del tuvieron enfrente
Sire, Junot, Lacoste, Ney, Lannes,
José de Palafox,
a un obstinado cuya feroz resistencia (tras sus iniciales dudas) llevó al límite el cerco francés, ocasionando enorme mortandad en ambos bandos y tal estrago entre la población civil zaragozana que ya no se recuperaría a lo largo del siglo XIX.
En su proceso de investigación y documentación, Rudorff se basó, sobre todo, en fuentes francesas (éste es su único punto débil), testimonios de oficiales y soldados que conquistaron los conventos de Santa Engracia o San Agustín, que combatieron casa por casa y habitación por habitación en el Coso, o que entraron a bayoneta hasta la Santa Capilla del Pilar. Aquellos diarios y cartas hablaban de la increíble resistencia de la ciudad, trazando Rudorff, con esos y otros testimonios acertadas semblanzas de algunos de los protagonistas y héroes de Los Sitios,
el Tío Jorge, Sangenís, Warsage, Agustina, Manuela Sancho, la condesa de Bureta,
tantos otros que dieron su vida en la defensa de la ciudad.
Un libro que, por su interés, interesaría recuperar.
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En su proceso de investigación Rudorff se basó, sobre todo, en fuentes francesas