Lambán quiere a los filoetarras fuera de la gobernabilidad
El presidente pide que España llegue a 2036 con el legado del terrorismo desaparecido La Aljafería acoge un acto en memoria de Giménez Abad, asesinado en 2001
El presidente del Gobierno de Aragón, Javier Lambán, pidió ayer que para el centenario de la Guerra Civil, en 2036, España llegue con sus consensos perdidos reconstruidos y con la «derrota absoluta del legado de ETA», acabando con «cualquier tipo de participación de los filoetarras en la gobernabilidad de este país».
En el acto que anualmente se celebra en el Palacio de La Aljafería en memoria de Manuel Giménez Abad, presidente del PP asesinado por ETA en Zaragoza en mayo de 2001, Lambán aseguró que cuando dentro de unos años llegue el centenario de la contienda se debería aprovechar para recordar lo que se consiguió entre 1977 y 1982, con la Transición y la Constitución, que calificó como «la hazaña política más importante que han hecho los españoles en toda su historia».
Además, España «debería llegar a esa fecha con algún tipo de hito o monumento que en todos y cada uno de los pueblos recordara a las víctimas del terrorismo, para dejar claro eternamente que sus muertes no han sido en vano». Y también con todas las víctimas de esa guerra «enterradas con dignidad, sin muertos ni muertas en las cunetas», añadió el jefe del Ejecutivo.
Durante su intervención en el Homenaje a la palabra, celebrado en honor al talante dialogante y negociador de Manuel Giménez Abad, asesinado hace 22 años, aseguró que es necesario que el testimonio de lo que ocurrió en España durante muchos años «esté vivo en las calles de pueblos y ciudades para que nunca vuelva a ocurrir».
En este sentido, insistió en que la condena «sin paliativos» debe pasar por hacer que ese legado de ETA que representan «grupos filoetarras que determinan e influyen en la gobernabilidad» del país «desaparezcan definitivamente».
En eso coincidió Manuel Giménez Larraz, hijo del político asesinado en Zaragoza, quien afirmó que su padre murió defendiendo unos valores contrarios a los que jaleaban quienes lo asesinaron y que son quienes hoy «protagonizan la vida pública sin reproche ético».
Al tiempo, defendió la concepción de la política que tienen los aragoneses, que la entienden «de forma menos visceral y mas moderada» gracias a la herencia de hombres que, como su padre, «no necesitaron blandir muchas banderas para reafirmarse».
Una moderación, sin embargo, que está «cada vez más desprestigiada» sin que quienes la denostan entiendan que, «por muy alto que se grite, quienes piensan diferente no van a dejar de existir», aunque haya valores de vida que se «diluyen» de forma progresiva para dejar paso a sectarismos, dogmatismos e indiferencia.
El presidente de las Cortes, Javier Sada, por su parte, dedicó su intervención a recordar política y personalmente a Giménez Abad y agradecer la tarea de la Fundación que desde hace 21 años lleva su nombre y que se dedica a los estudios parlamentarios. El político asesinado, dijo, tenía una forma de hacer política en la que primaba el diálogo y el intento de llegar a acuerdos, «lo que no quiere decir que no mantuviera sus principios con vehemencia».
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